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En un mundo de cambio constante, como en el que nos encontramos los emprendedores necesitamos métodos de gestión, de proyectos que sean eficientes. La metodologías ágiles permite adaptar los proyectos a las circunstancias, el contexto en el que se encuentren de esta manera, si ocurre algún cambio inesperado podrán reaccionar con facilidad y de manera inmediata. Alrededor del 90 por 100 de los proyectos no superan los tres años de vida. Por ello, las metodologías ágiles surgen debido al elevado porcentaje de fracaso que existe en el lanzamiento de nuevos proyectos empresariales. Algunas de estas metodologías ágiles son producto mínimo viable o líneas tarta, la metodología Lynn -start permite ahorrar tiempo y dinero e incrementa enormemente la posibilidad de éxito de las estafas. El principio en el que se basa es fracasar rápido y barato, teniendo siempre al cliente como epicentro del modelo de negocio en todas sus fases, todo ello a través de un proceso interactivo en el que los emprendedores lo lo realizamos de forma constante para obtener el producto o servicio adecuado. El objetivo es que el emprendedor conozca el mercado, sus clientes y cómo satisfacer, a través de un producto mínimo viable que permitirá y determinará si se debe avanzar con el proyecto de construir el producto final en estos módulos. Aprenderemos uno de ellos las bases necesarias para pasar de la idea a la acción.