Para estudiar las formaciones protectoras
del órgano digital, vamos a recurrir a
las preparaciones que tenemos sobre
la mesa. En concreto, la base ósea
del extremo distal del dedo del caballo,
un corte sagital del dedo del caballo
donde identificamos estas estructuras
protectoras en relación con la base ósea
y articulaciones de la zona del órgano
digital, y piezas donde hemos
separado el corion o dermis de la
epidermis o estuche córneo.
Con estas piezas analizaremos
estos órganos protectores o
estructuras protectoras del órgano digital.
Recordemos que el órgano digital
va a afectar a, principalmente,
la falange distal del dedo del caballo.
En esta falange distal del dedo del caballo,
describíamos una cara parietal
que se proyecta hasta las apófisis
palmares donde están localizados
los cartílagos ungulares. Esta cara
parietal tiene un borde solear,
que la separa de la cara solear. Esta cara
solear uniformemente cóncava,
con las estructuras o los accidentes propios
para la inserción de, concretamente,
el tendón flexor digital profundo.
Será sobre esta base ósea donde
se dispone la dermis
que va a proteger al órgano digital.
Esta dermis es una dermis especial, una
dermis tremendamente vascularizada
e inervada, y la denominamos corion.
De igual forma, sobre ese dermis se dispondrá
la epidermis. La epidermis modificada
con respecto al patrón general de la piel, una
epidermis totalmente queratinizada que
nos va a formar el estuche córneo o casco,
y es lo que vemos en este corte sagital.
Ahí es donde vemos la sección de esa epidermis modificada.
No sólo se va a modificar la dermis y la epidermis,
sino además también parte de la
hipodermis o tejido subcutáneo.
En concreto, en la zona más palmar y que ahora
consideraremos concretamente su posición,
se identifica un espesamiento de la
hipodermis o tejido subcutáneo,
que conocemos como almohadilla ungular.
Se trata de una región en forma de cuña,
que se modifica, como decimos, aumentando
el tejido en esa región, sobre todo
fundamentalmente tejido fibroelástico,
y que va a permitir la amortiguación del
golpe durante la locomoción de ese animal.
Para sistematizar el estudio de estas estructuras
órganos protectores del órgano digital,
vamos a dividir ese órgano
digital en distintas regiones,
que las podemos marcar aquí
en esta pieza y en esta otra.
Hablaremos en primer lugar de
una región perióplica o del limbo,
que corresponde a la zona de transición
entre la piel normal y esta
otra estructura modificada, propia del órgano
digital. Por lo tanto, queda en la zona más
proximal de esta región del órgano
digital que estamos estudiando.
A continuación, hablaremos inmediatamente
distal a la región perióplica,
de una región de la corona, o coronal, que
aproximadamente tiene un espesor o una
anchura de entre uno y medio y
dos centímetros y, como digo,
va dispuesto en ese borde coronario en relación
con la región perióplica o del limbo.
La tercera región que describimos es
aquella que se extiende a lo largo de
toda la pared o cara parietal que hemos
descrito en la falange distal.
Se trataría, por lo tanto, de la región parietal o pared.
Y es todo lo que vemos en el casco desde el
exterior, en una visión con el órgano digital,
con el extremo del dedo apoyado sobre el suelo.
La siguiente región es la que afecta a la suela,
y de ahí hablamos de una región solear
o de la suela. Toda esta región.
Y, finalmente, la región de la cuña, o región
cuneal. También se denomina ranilla.
Para cada una de estas regiones que hemos
ido describiendo, existen modificaciones
tanto en la dermis como en la epidermis.
Si separamos la zona de dermis
de la zona de hipodermis,
vemos cómo la dermis está dispuesta
sobre la estructura ósea.
Esta zona donde se ha perdido tejido dérmico
es ya el hueso, es la falange distal.
Si empezamos por la primera región,
la región perióplica o del limbo,
vemos que corresponde a una estrecha
banda, dispuesta en la zona más proximal
y caracterizada por presentar, si la observamos
con lupa, caracterizada por presentar
esa dermis pequeñas papilas que se
proyectan desde esa superficie.
La siguiente región en relación a la dermis, es la
región de la corona o dermis coronal.
Esa corona, como decíamos anteriormente, tiene
un espesor aproximadamente de un centímetro,
centímetro y medio, incluso dos
en las zonas más centrales,
y va recorriendo de lado a lado
toda esta zona más próximal.
Esa dermis o corion coronal, o de
la corona, se caracteriza por presentar también
una estructura o una conformación en forma
de papilas, de mayor longitud a las del limbo,
y es la dermis de mayor importancia, puesto
que desde ella se va a producir, se va a generar,
el tejido epidérmico. Es decir, será a partir de
esta dermis o corion coronal, desde donde
crezca, desde donde se aumente la producción de
tejido epidérmico, es decir, de estuche córneo.
Por lo tanto, el casco crece exclusivamente desde
esta zona correspondiente al corion coronal.
La siguiente región que comentábamos es la región parietal,
y vemos que, sobre esa región parietal,
la dermis que nos encontramos es una
dermis dispuesta en forma de láminas.
Láminas de un número aproximado de unas 600,
y en cada una de ellas existen laminillas,
aproximadamente de unas 160.
Por tanto, estas láminas dermales, si
las extendiésemos completamente, puesto que se
trata de una dermis completamente plegada
sobre sí misma, si extendiésemos
toda la superficie de esta dermis parietal,
vendría a ocupar aproximadamente un metro cuadrado.
Por lo tanto, es una forma de aumentar la
superficie de contacto en esa región de la pared.
Esta dermis de la pared o corion parietal,
se extiende hacia la región de la cuña
o ranilla, y nos forma aquí
un giro que conocemos como porción inflexa,
la porción inflexa del corion de la pared.
Hemos visto y hemos analizado el corion del limbo,
el corion de la corona y el corion parietal.
¿Cuál es la correspondencia de estos tres corion en la epidermis?
Bien. Si volvemos a colocar la pieza en su
posición, vemos que esos tres corion,
esas tres porciones de corion, corresponden
externamente con lo que conocemos
como la pared córnea. Una pared que
en su aspecto externo apenas
nos permite diferenciar ninguna de esas tres
regiones, sino que es uniformemente convexa,
esa pared córnea en su cara externa y
aparecen estrías que van dispuestas
de forma transversal, que nos indican las distintas
zonas de crecimiento de ese estuche córneo.
La pared córnea, por lo tanto, se extiende desde
este borde coronario hasta el borde que
la separa de la suela, es decir, el borde solear.
Entre el borde solear de la pared
córnea y la suela córnea que
estudiaremos posteriormente, queda una
línea que vemos en este estuche córneo,
una línea de color más claro, que
conocemos como línea alba o línea blanca.
Es de este color, puesto que está ocupada
por un material céreo y es el sitio que se utiliza
para colocar los clavos de la herradura.
Si nos fijamos en cualquiera de estas otras
piezas con herradura, vemos cómo esos clavos
están dispuestos justo en esa zona de transición,
entre el borde solear de la pared y la
propia suela, y van dirigidos hacia el espesor
de la pared, para terminar saliendo por esa pared córnea.
Por lo tanto, esa línea alba es de importancia
puesto que es donde, como decíamos,
se colocan los clavos de la herradura.
La pared córnea, en su cara externa, termina
extendiéndose también hacia
la cuña córnea, y es lo que conocemos como las
porciones inflexas o barras de la pared.
Éstas son las porciones inflexas o barras de
la pared. Todo esto es en relación a la cara
externa de la pared, veamos ahora la
cara interna de esa pared córnea.
Si observamos en su cara interna, vemos
cómo en el borde más próximal nos aparecen
dos surcos, uno de pequeño tamaño que
corresponde con el corion del limbo,
y otro más ancho que corresponde con el
corion o dermis de la corona o coronal.
Si lo observásemos con lupa veríamos con
detalle que está ese corion agujereado, cribado,
ocupado por distintas perforaciones que alojan a
las papilas que hemos descrito para la dermis.
En posición más distal, vemos que la cara
interna de la pared córnea está ocupada
por distintas láminas, las láminas
epidérmicas, que nos recuerdan
a las láminas que hemos estudiado hace un
momento en la dermis o corion de la pared.
Esas láminas epidérmicas se adaptan perfectamente a las
láminas dermales que hemos descrito en el corion.
Por lo tanto, hay una integración perfecta,
es decir, se adaptan como un guante a una
mano, y esa disposición en láminas
supone una superficie de contacto muy amplio.
Esas láminas epidérmicas no sólo están
en esta zona, sino que también las
vemos en las porciones correspondientes a las
barras o porciones inflexas, hacia la cuña,
como vemos ahí en la imagen. Por lo tanto, hemos visto
la modificación de la dermis y de la epidermis en
la región del limbo de la corona y de la pared.
Es el momento de centrar nuestra atención en
la región de la suela, y comenzamos analizando
en primer lugar la modificación en la dermis.
Vemos que esa dermis o corion está tapizando
la cara solear de la falange distal,
tiene un borde excéntrico que contacta o que va a
extenderse hasta el borde de la pared,
es el borde parietal, y se extiende también
hacia la región de la cuña. Todo este
corion es un corion papilar también,
con pequeñas elevaciones, pequeñas papilas.
La correspondencia de ese corion de la
suela, la tenemos en el estuche córneo,
en lo que conocemos como la suela córnea.
La suela córnea, al igual que la pared córnea,
tiene una cara externa, que es la que
vemos aquí, y una cara interna
que veremos ahora a continuación.
Esta cara externa tiene
un borde parietal que lo separa de la pared
córnea, y es donde acabamos de
describir a la línea alba. Además tiene un borde
central que separa la suela córnea
de la cuña córnea.
La suela córnea la podemos dividir en un cuerpo
central y en dos ángulos hacia las barras
o porciones inflexas de la pared córnea,
que hemos descrito hace un momento.
El borde central se extiende hasta los surcos
paracuneales, es decir, hasta la separación
con la cuña córnea. El aspecto interior o
la cara interna de la suela córnea,
es la que vemos aquí en esta preparación.
Como observamos, se trata de
una superficie cribada, perforada para las papilas
de ese corion o dermis de la suela. Además,
es importante apreciar que se trata de
una superficie en la cara interna, uniformemente
convexa, y, por lo tanto, en la cara externa
uniformemente cóncava. Con lo cual, no apoya
cuando el animal está en locomoción
o en estación, la suela córnea no está en un contacto directo con el suelo.
Es decir, no es una estructura que
soporte el peso del animal.
La estructura que se encarga del soporte
del peso y de contactar directamente con
el suelo, es todo el borde solear de la pared,
donde hemos dicho que colocamos la herradura.
La última de las regiones que nos queda
por analizar en estos órganos o estructuras
protectoras, es la correspondiente a la
región cuneal, de la cuña o ranilla.
Si analizamos primer lugar la dermis, vemos
que la tenemos aquí en esta posición
y que coincide con una elevación
al palpar aquí en esta región de la cuña,
vemos que es blando el tejido que tenemos debajo,
a diferencia del resto de zonas, donde vemos
que al apretar en el corion, la estructura que
tenemos inmediatamente por debajo es el hueso.
Sin embargo, aquí hay una elevación
del tejido hipodérmico o subcutáneo, que
corresponde a lo que hemos comentado
hace un momento como almohadilla ungular.
Es aquí donde se localiza la almohadilla
ungular, esa modificación de la hipodermis.
La dermis que ocupa la cuña en la región de la cuña,
es una dermis también papilar, una dermis
papilar que va adaptándose a esta
superficie correspondiente a la cuña.
La epidermis, vemos que, al colocar la posición del estuche córneo,
la epidermis para esa región es la correspondiente
a la ranilla o cuña córnea, esta zona que vemos con
forma triangular. La ranilla o cuña córnea,
como decimos, tiene una base, que es así como
se denomina, y un vértice en ese triángulo.
Entre la base y el vértice vemos que hay un surco
central, que denominamos surco cuneal central
y que nos independiza a ambos lados de
él, los dos pilares de la cuña o ranilla,
los dos pilares de la cuña córnea
Estos dos pilares están separados de las
porciones inflexas y de la suela córnea por lo que
denominamos los surcos paracuneales. La base de
estos pilares es lo que conocemos también
como los bulbos del casco. En la cara interna de la
cuña córnea vemos cómo esas superficies
convexas aquí se convierten en surcos, y en toda
la superficie está de nuevo perforado para recibir a
las papilas de esa cuña, de esa dermis o corion de la cuña.
Bien. Es importante recordar que, como decíamos,
la única porción de corion o dermis que tiene
capacidad de producir estuche córneo,
que tiene capacidad de generar epidermis, es
la corona, de tal forma que la pared que estamos
viendo aquí, la pared córnea, crece desde
el borde coronario hacia el borde solear,
y esto lo podemos apreciar cuando cogemos un
casco de un animal en el que no se ha recortado
el borde solear, o bien el animal no desgasta
suficientemente ese casco, y apreciamos
cómo el crecimiento excesivo de esa pared
córnea, desde la dermis de la corona, se refleja en
que esa pared sobrepasa el borde parietal
de la suela. Esto termina deformando el casco,
como vemos aquí en esta otra pieza, donde
el crecimiento excesivo y el abandono
en el cuidado del casco, puede dar lugar
a una deformación del mismo.
Como vemos, está desplazado hacia un lado,
está creciendo más hacia el lado lateral
que hacia el medial, donde se presenta mayor desgaste.
En definitiva, la zona que se modifica con el
avance del tiempo, si no se desgasta
progresivamente, como decimos, es
el borde solear de la pared.
De ahí que sea la zona donde se trabaja,
donde se adaptan, donde se colocan las
herraduras en la línea alba con los clavos.
Otro detalle importante es la relación que
hemos descrito entre las láminas de la dermis
y las láminas de la epidermis. Esas láminas
se adaptan perfectamente, de tal manera que
cuando cogemos una sección sagital como en la
que comentábamos aquí, el espacio entre la cara
interna de la pared del casco y la dermis de la
pared es prácticamente, pues, apenas lo podemos
identificar, puesto que hay una unión muy íntima.
Cuando estas láminas de la dermis
se inflaman y se separan de las láminas de la epidermis,
lo que ocurre es un proceso de laminitis, y
es lo que observamos en esta otra pieza.
Vemos que ese espacio entre la pared
córnea y la dermis de la pared aumenta,
y nos muestra una banda mucho más
ancha e incluso aumentada en volumen.
Esto es lo que conocemos como una
infosura o laminitis en el dedo del caballo.