Y a todos los.
Poesía necesaria para ese
país quienes y se.
Adriana Ruiz, profesora e investiga.
Humorista se dedica a Filosofía
del Derecho.
Es una.
Jurista la principal.
Críticos.
Subrayar que.
Extranjero y aprovechó.
Proyecto.
Experiencias biográficas
con excombatientes.
Sientes.
Qué.
Ce complementa.
Contacto con nosotros.
Un libro, libro.
Qué editamos.
Diana de Medellín, es un libro que
está abiertos, descargar.
En este caso, pues mina un acto más
como un acto más en esta instancia,
pues en esta conferencia
te doy muchas gracias
por estar con nosotros.
Bienvenida y cuando quieras venir
a escucharme extiendo también mi
agradecimiento al departamento de
Filosofía de la Universidad de
Murcia , a la decana Francisca Pérez al grupo
de investigación la filosofía
y los procesos históricos
contemporáneos por supuesto Antonio
Fernández David Soto Ángel
Prior Patricio Peñalver
y por supuesto
a un excepcional profesor
y amigo entrañable
a quien respeto, admiro, y quiero
profundamente al profesor
Alfonso ya lo dijo Alfonso,
trabajó en investigación
principalmente aplicada
con población excombatiente en
proceso de reintegración
y de reincorporación en Colombia
y con personas privadas
de la libertad, del complejo
carcelario
y penitenciario.
Pedregal a la luz de
esta experiencia.
Investigative han podido
conocer experiencias
de investigación análogas,
como ésta que quiere presentarles
el día de hoy,
la guerra que no hemos visto
de los artistas,
Fernando Juan Manuel Echavarri y
el sociólogo Manuel Márquez,
que junto a 200 o más excombatientes
pintaron 480 pinturas de una guerra,
que no hemos visto ni
escuchado todavía.
Quisiera exponerles a nivel general
la cuestión de esta intervención.
Luego hacer algunas notas
introductoria,
desarrollar tres asuntos puntuales
sobre el duelo
y su enorme potencial ético
y político en Colombia
y finalmente acompañarme de algunos
relatos y pinturas,
especialmente nueve de esas 480
representaciones visuales
y narrativos, esta intervención
titula política y poética del duelo
en este proyecto de memoria
histórica,
la guerra que no hemos visto;
nuestra deflación espiritual,
ante la muerte de los otros
debido a nuestro,
ese intenso por negar
la propia muerte
constituye más que un obstáculo
insalvable;
una oportunidad ética y
política para pensar
y construir otros discursos
y prácticas normativas
frente a la guerra en Colombia
de más de seis décadas;
y la destrucción de la
que somos capaces
y a las que estamos expuestos,
irremediablemente.
Sin duda, nuestros marcos normativos
dependen fundamentalmente de
nuestras disposiciones afectivas;
ante la muerte, los demás,
cuyas pérdidas juzgamos diferencial,
mente como meritorias o indignas
de ser según el valor o el
resbalón a sus vidas.
En este sentido, la guerra
se entiende aquí
como aquello que distingue
a las poblaciones
según sean o no objeto de duelo.
Al respecto basta observar
las imágenes
y los testimonios contenidos en
la guerra que no hemos visto.
Un proyecto de Memoria Histórica
de la Fundación
puntos de encuentro de
Bogotá Colombia,
para advertir además de la
destrucción progresiva
de numerosas vías,
espectrales pérdidas incluso antes
de su desaparición física,
el derecho a ser llorado como
un presupuesto esencial
para que todavía importe
aquí se importa.
En Colombia
ha habido más de 9.000.000 de
víctimas entre 1996 a 2016,
más de 18.600 niños y niñas
reclutadas forzosamente entre 1990
a 2021,
más de 4.300.
Excombatientes asesinados, aquí
la cuestión del duelo,
como condición esencial para pensar
en un futuro distinto
al eterno retorno de la violencia
homicida, de la guerra,
que devora sin tregua aquellos
que pueden dañarse
y perderse porque no están
suficientemente vivos
para los demás.
Esta idea tiene como
sustrato integral
las reflexiones de así como
las experiencias
de aquellos que participaron
en la guerra colombiana.
Quienes iluminan un trozo de la vida
y la muerte de otros que no dejan
ninguna huella pública
salvo en estado de representaciones
visuales y narrativos.
Esta imagen es icónica en
esta presentación,
porque aquí hay una manera, otra
manera de singularizar
y registrar poblaciones
dañadas destruidas,
que desde el principio
están hechos para soportar la carga
de la violencia en las Jornadas
despejar precisamente ese
concepto de vida,
porque estos combatientes
y excombatientes
que han sido asesinados son
intercambiables desechables,
son meras ruede, sillas
en grandes aparatos
y máquinas de guerra,
sabemos de ellos,
y, de estos dos nombres José y
Jorge vidas, sin registro,
sus familiares no saben dónde están,
no entran en la esfera pública
porque no están registrados
solamente sabemos de ellos
a través de esta siluetas que
otros excombatientes
registran sobre ellos, de ahí
la cuestión definitiva
a estas representaciones
visuales y narrativas
que una vez más singulariza
registran esas poblaciones,
pérdidas que desde el principio
son concebidas como no vidas,
precisamente porque están golpeadas
de forma histórica
por una violencia, incluso
generaciones,
no nacidas todavía que
los instrumentalizan
o reclutan a listas.
Los visten de verde militar
y de acero, precisamente, como
parte de esas ruedas,
sillas o maquinarias, intercambiable
desechables destruir,
porque hacen parte del movimiento
mismo de la guerra,
solamente a partir de estas
representaciones visuales.
Podemos conocer percibir
sentir esas vías
perdidas sin estas representaciones
no sería posible.
Quisiera servirme de dos relatos.
Este es el epítome.
La guerra colombiana
de esas pérdidas.
No vidas de esas vidas
no duela para ser constatar una vez
más esto que quiero expone
el día de hoy, novia
una excombatiente
estas pinturas están respaldadas
con algunas narrativas.
Quisiera abrir un paréntesis.
En Colombia, la mayoría de personas
reclutadas en el conflicto armado
han sido menores de edad desde los ocho
hasta los 16 años la mayoría no
saben ni leer ni escribir,
el 75 por 100 son analfabetos
y el 90 por 100
tienen una situación postraumática
que ilusiona su capacidad narrativa,
de ahí la importancia
de este proyecto
enseñó a pintar y a través
de la pintura,
a narrar esa experiencia de
horror que, insisto,
ni siquiera nosotros conocemos
de forma directa qué dice.
Nubia.
En estos.
Las representaciones visuales,
los cuerpos de la profesora
y ellos los hicieron enterrar hay
en la isla que era una isla,
eso hay, era el Montecito,
así como una isla hay, los hicieron
enterrar fue, obviamente,
el esposo de la profesora tuvo
que dejar a su esposa
y al sobrino e irse, sí; porque
no había más de otra,
porque sí obviamente que
si a ellos en Lisboa,
para hablar, para que lo
dejaran, no haya,
no le dijeron que lo enterraran
ahí y ya
porque si fuese así para dejarlos,
para que dejarlos enterrados
lo hubieran dejado,
pero ellos no, como eran,
no nos dejó,
no dejó que lo sacaran de ahí los
hizo enterrar ahí hay en la isla
y ellos quedaron en ideal,
así quedaron ellos dos desaparecidos,
sí la mamá ni la familia.
La profesora nadie pudo reclamarlos,
no pudieron hacer nada.
Quién iba a reclamar una zona
guerrillera, pura,
ya todo es otro relato,
un ex combatiente.
La familia ni siquiera se da
cuenta qué pasó con ellos.
Entonces, ese fue el
nombre que le di.
No sé qué pasó con el cuerpo
de lo que sí supe
fue que se ponen ahí como están.
Eso fue lo que pasó con él
y con ellos no sé qué hicieron
con el cuerpo,
como siempre se hacían con
los cuerpos por allá
quedan en la maleza entre la montaña.
Quién sabe dónde lo habrán dejado?
Por ahí en un hueco.
Uno no tenía como se dice La 1.
No sabía muchas veces que
pasaba con los cuerpos.
Por eso el título de la obra
nadie pregunta por ellos,
porque puede que las familias
se pregunten,
pero a quién entonces no haya quien
preguntarle no se sabe
dónde quedarme.
Amo, ubicación preliminar, la guerra
de seguro; el caso límite
de lo humano, que es igual el motivo
para examinar de nuevo lo humano,
porque la misma y sin
de palmariamente
las vidas dignas meritorias de
ser en términos más exactos;
la guerra produce ciertas
muertes lamentables
y otras pérdidas como posibles y
a ni las he aquí el propósito
de esta reflexión que medita
sobre el derecho al duelo,
atendiendo a nuestros afectos
de satisfacción horror
indignación culpabilidad pavor
piedad ante la propia pérdida
así como la muerte violenta
el uso de otros.
En este sentido el derecho más que
un conjunto de obligaciones
hacia otros,
sin lo cual las prerrogativas
legales no son más que retóricas vacías
exige ciertas disposiciones
afectivas hacia el mundo compartido,
especialmente ante el dolor
por la muerte, los otros,
porque sin capacidad de
suscitar condolencia
no existe vida alguna o, mejor
dicho, hay algo que está vivo
pero que es distinto a la vida.
En palabras precisas,
la guerra distingue ciertas
muertes, que son lloras,
de otras que resultan y meritorias
de duelo y de melancolía.
De manera que la muerte es valorada.
Según los afectos diferenciales que
producen ciertas poblaciones.
Tutela hables y otras menos
preciadas como vidas.
Por supuesto, el reconocimiento
de una muerte susceptible
de ser implica, naturalmente,
y por razones lógicas,
la protección de una huida
desde el principio
hasta su desaparición.
Aquí no hay control argumento válido
porque, tal como lo advierte, va solo
en unas condiciones en las que pueda
tener importancia la pérdida,
aparece el valor de la
vida, no existe duda
de que nuestra disposición
es afectivas.
Ante la destrucción,
determinan a su vez nuestra actitud
espiritual y normativa
ante la vida del uso; otros, así
como las maneras de vivir de amar
y de morir, nos permiten reconocer
que somos y que hemos
sido en el sentido
de una comunidad política,
dice Merlo.
Nuestros afectos ante la
pérdida de los demás
descubren nuestra doble posibilidad
de futuro,
según el eterno retorno de la
destrucción o, en cambio,
la asunción de la responsabilidad
colectiva ante las innumerables
muertes violentas.
En este sentido, el duelo público
contiene un enorme potencial
para reorientar normativa
y políticamente en una dirección
distinta a la espiral
de la violencia que no
cesa el sufrimiento
y la muerte de poblaciones
enteras al respecto.
Nos inquieta con su pregunta
tan apremiante
como profunda para entender
nuestro presente,
por lo menos me presenté mi contexto.
Qué beneficio puede obtenerse del
duelo de prolongar la pena
de quedarse expuestos a su
carácter insoportable
y no tratar de resolverlo por
la vía de la violencia?
Sin duda la inclusión del duelo
en la esfera pública
más exactamente la capacidad
de una vida para ser,
nos permite pensar y reconocer
las numerosas vidas
que hemos perdido, consideradas
históricamente,
como indignas de ser de manera que
el duelo nos permite afirmar
además de la vulnerabilidad que nos
constituya y nos expone a lo largo
de la vida respecto a la violencia y
a todas sus formas de desposesión,
que ciertas muertes son más
dolorosas que otras,
lo que conduce a la Mata
habilidad continua
de amplias masas espectrales, no hay
duda de que el reconocimiento
de que las cosas y las personas
pueden ser dañadas
y destruidas originan nuestras
respuestas afectivas,
particularmente nuestros
sentimientos de horror
y de melancolía de satisfacción
y de sadismo,
así como nuestras respuestas
normativas a propósito.
La dramaturgia griega nos revela
una especie de herida abierta
debido a nuestra vulnerabilidad
antológica circunstancial
y al mismo tiempo diferencial
ante la guerra
y sus formas de expresión de la vida,
la tragedia imita en efecto
la acción del hombre
en sus relaciones con otros, al
igual que sus desenlaces
mediante el pánico, la violencia
y la destrucción,
los persas de Esquilo, representan
el mejor ejemplo
de las circunstancias espantosas
y lamentables de la guerra,
que devora la vida de los
jóvenes, persas;
ciudades enteras incluyendo
Atenas la victoriosa,
con extraordinaria grandeza,
la ciudad griega
entona el nombre de cada uno de los
hombres de los persas fallecidos,
sus enemigos vencidos,
despertando en sus ciudadanos
las emociones de pavor
y de piedad por los acontecimientos
dolorosos mortíferos y violentos
de otros que no son como nosotros.
Esa pieza teatral.
Nos enseña así cuán frágiles
son nuestros vínculos,
así como el poder del duelo.
Ante la eliminación física
de los otros.
Al igual que en el teatro griego,
en la obra artística
la guerra que no hemos visto un
proyecto de Memoria Histórica
en Colombia, desarrollada por Juan
Manuel Echavarri y Fernando
adscritos a la Fundación puntos
de encuentro en Bogotá
los excombatientes relatan,
pertinaz mente,
la destrucción de los otros,
sus víctimas y sus compañeros
combatientes,
evocando sus nombres de si
registrando singulariza dando
esas pérdidas, sin registro, insiste
una vez más las que no,
si no existieran fundamentalmente
estos marcos visuales,
ellos evocan los nombres y
lamentan sus pérdidas
este proyecto de representación
visual y narrativa
que surgió de la idea según la
cual las manos que hicieron
la guerra también la podían
pintar con 480 pinturas
realizadas por excombatientes de las
Autodefensas Unidas de Colombia
a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, farc incluyendo un grupo
de mujeres, el Ejército de
Liberación Nacional,
y los soldados heridos en combate,
el Batallón de Sanidad del
Ejército colombiano.
Ellos los pintores, excombatientes,
son,
muchos eran jóvenes entre 18 28 años
pertenecientes al oriente
anotó que año, Caquetá, Putumayo,
Cauca y Nariño territorios
históricamente disputados
por los grupos armados.
El duelo constituye uno de
los elementos esenciales
en estas imágenes, y relatos vividos
por los excombatientes,
aquí la importancia definitiva y el
objeto de esta presentación.
Basta escuchar tan solo uno de los
testimonios para advertir
la fuerza ética y política que
oculta respecto a las vidas
perdidas de otros quienes permanecen
anónimos para la mayoría,
si situ nadie va a hablar de ellos
sino por medio de esta pintura.
La única forma que se recuerda
es así; quería que esto no se
fuera quedar en el olvido
para la historia de la montaña, sino
también del recuerdo real,
de un hecho que pocos o
nadie lo va a contar
de otra forma, como lo estoy
diciendo yo, Carlos,
Mario, excombatiente, las fuerzas
Unidas de Colombia.
Esta ponencia,
que se sirve las reflexiones de a
propósito del poder del duelo,
tiene como propósito evocar
y presentar algunas pinturas y
narraciones en el proyecto
La guerra, que no hemos visto
puesto que hay aquí;
se crean las condiciones cognitivas
y afectivas para admitir,
además de la distribución
diferencial del duelo propio,
de la división entre vidas dignas
y meritorias de protección,
vidas humanas y no vidas
aspirantes a lo humano
obligados a vivir a morir extra
legal y extra-humanamente,
el enorme potencial del duelo
público como medio de evaluación
y de oposición a la destrucción
violenta que no cesa.
El desarrollo de esta exposición
consta de tres partes,
incluyendo la presentación de
nueve pinturas y relatos
recreados por excombatientes
primer punto,
la cuestión de la estructura
de un año.
La fuerza, la no violencia, un
texto publicado en 2020.
La autora plantea una vez más la
cuestión sobre la destructiva,
sin resolver aún en la
filosofía política
y la teoría social.
La aniquilación entre unos y otros,
constituye un impulso,
un rasgo de las comunidades humanas.
La destrucción es producto
de la violencia.
Nuestros sentimientos primitivos
ante la propia vida
y la muerte de los otros o
de la interdependencia
que nos constituye la destrucción
nos amenaza o nos cohesión.
Sin duda, la pregunta,
por el daño que a otros admite
actualmente una doble aproximación.
De un lado nos obliga a reconocer el
hombre primordial que nos habita,
quien niega la propia muerte
afirmando, en cambio,
el deseo y la posibilidad
de matar a otro Freud
y de otro lado.
Nos exige aceptar nuestra
reciprocidad con la pluralidad,
sin la cual no podemos persistir
ni sobrevivir
y ahora basta observar, dice Sigmund
Freud al hombre primordial,
que adoptó frente a su propia muerte
tan singular como reprimida,
una actitud radicalmente distinta
respecto a la de los otros,
los extraños o los enemigos.
En principio, la aniquilación de lo
distinto lo odiado era deseado
y permitido para ser apasionado
que se matar asumiendo
como un hecho natural.
Posteriormente, el hombre primordial
sufrió la pérdida de los suyos,
imaginando así su propia
muerte hasta ahora.
Inconcebible.
La destrucción de si penetró
la propia conciencia.
Desde entonces,
y con el propósito de aliviar el
sentimiento de la realidad,
de la propia destrucción, el
odio ante el enemigo,
muerto el dolor ante el cadáver amado
y la angustia frente a la
propia desintegración.
El hombre, claro,
el primer mandamiento
ético no matarás.
Según esta norma
que surgió como reacción contra
la satisfacción del odio,
y el sufrimiento ante la pérdida
de los seres queridos,
se extendió después al
extraño no amado
y finalmente al otro hostil.
Desde entonces, los espíritus
de los enemigos
muertos constituyeron los
remordimientos del matador;
sin embargo dice.
Bajo esta necesidad de, por
el asesinato de un hombre
se oculta una sensibilidad ética
que nosotros los hombres
utilizados hemos perdido en efecto
esta posición ambivalente
ante la pérdida violenta de la vida
que domina nuestro pasado.
También prevalece nuestra actualidad.
Aquí la cuestión crítica.
La guerra produce,
además de un tratamiento diferencial
entre la vida,
tutela una deflación espiritual
ante la muerte.
Basta observar nuestra actitud
frente a las muertes innumerables
de poblaciones enteras,
cuyo número, ya poco importa.
Cuando leemos noticias
sobre vidas perdidas
se nos dan cifras,
pero éstas se repiten cada día y la
repetición parece interminable,
irremediable, ahora cómo
era la guerra
frente a esta doble interpretación
de la muerte propia y ajena,
la propia vida y la del otro,
la aniquilación complaciente
de la existencia ajena,
apareció una vez más otra vez en
nuestros impulsos, incentivos,
objetivo a dos en múltiples
maneras, a oficinas,
porque esos a los que
nosotros matamos,
no son del todo humanos,
no son del todo vidas,
lo que significa que no sentimos
el mismo horror
y la misma indignación ante
la pérdida de sus vidas.
Entonces, si nuestra actitud
reprimida ante la muerte violenta
se libera progresivamente, los
padres normativos exacerban,
la guerra, la precariedad
y la destrucción,
qué podemos hacer ante
la muerte violenta
de otros que reflexiones afectos,
prácticas, éticas y políticas
nos permiten aprender y reconocer
las vidas perdidas?
Hasta este punto
de la exposición resulta evidente
que la guerra produce,
además de un tratamiento diferencial
entre la vida, tutela, hable y Mata
hable nuestra inflación normativa
respecto a la vida de unos
y nuestra deflación ante la muerte,
otros en términos más claros.
Nuestra actitud frente
a la muerte violenta
de unos determina nuestra
disposición respecto a la vida del resto.
En este sentido,
frenar la destrucción constituye una
de las afirmaciones más importantes
que somos capaces de pronunciar
en este mundo la afirmación
de esta vida atada la nuestra
y el reino de lo viviente,
aquí la importancia de los marcos
de la representación
de la guerra colombiana,
visual y narrativa
recreadas por los excombatientes que
no hemos visto ni escuchado todavía,
ya que registran una y otra vez
la eliminación violenta
de aquellas vidas aún desconocidas
para la mayoría,
introduciendo en la esfera pública
un trozo de sus vidas.
Como en aquí una silueta un nombre,
un apodo, una fosa común,
no cabe duda de que en
las representaciones
de aquellos que participaron y
sobrevivieron a la guerra
está explícita la cuestión de llorar,
la pérdida de una vida expuesta a la
no vida desde el principio vidas
precarias y, por lo tanto,
y no duela,
en palabras más precisas,
la vida perdida amplias poblaciones
espectrales para la mayoría,
se constituye el objeto
de duelo público.
Estas imágenes y narraciones
de los excombatientes,
quienes introducen entre nosotros
una huella de dolor aunque parcial,
mutilada y enigmática esta inclusión
es altamente disruptiva,
y también subversiva, porque
nos permite advertir,
además de la flagrante sesión entre
vidas meritorias meritorias
de ser vividas o lo que es igual
muertes lamentables
y muertes anegadas, la precariedad
de amplias poblaciones
golpeadas incesantemente por
la violencia homicida
de la guerra y las demás formas de
exposición; veremos un padre
y un hermano asesinados por extender
drogas y un hijo menor en la guerra,
dos primos, en la guerra uno de
ellos muere a manos de otro,
un combatiente sin nombre
descuartizado,
un grupo de excombatientes que,
como muchos yacen en
una fosa anónima,
las pinturas y los relatos nos
permiten reconocer las condiciones
de ciertas poblaciones que
adolecen de condiciones,
infraestructuras de apoyo y
acogida y, por lo tanto,
de poblaciones que están más
expuestas a los daños.
La violencia y la muerte, siempre
en grave peligro
de ser destruidos.
Colombia es muy usual.
En una familia existan tres
combatientes de grupos
armados distintos de esa
Colombia profunda,
profundísima, que no conocemos
de esas ciudades caseríos
impensables poblaciones
impensables que,
por lo tanto, son más susceptibles
de ser captadas.
Reclutadas-no solo una vez
-sino muchas veces después
de su huida
y de su desmovilización.
Esa pintura se llama The Way Noah,
malo realizada por Juan Carlos
y excombatiente de las Autodefensas
Unidas de Colombia.
Juan Carlos ingresó a los 16
años a la organización.
Yo nunca voy a olvidar ese rostro.
Cuando ella me miraba a los ojos
y me que no la matara,
mi padre fue asesinado por
las autodefensas,
él era un expendedora de bullicio
y fue sentenciado cuando
asesinaron a mi papá.
Yo tenía 12 años.
Eso ocurrió en 1994 en 1992,
las también ajusticiar
a un hermano mío,
que también era expendedora
de drogas.
Yo me uní a las porque hay
un dicho muy mental
que dice.
Cuando no puedes con tu enemigo,
únete a él todo el que estén en la
guerra es porque está peleando
con la muerte.
Es un juego un laberinto en el cual
se encierra uno con la muerte,
tratando de esquivarla por un lado y
por el otro cada vez que despertaba
y veíamos el amanecer.
Lo único que podíamos hacer
era darle gracias a Dios
por esta oportunidad que nos daba
de poder ver un nuevo día.
Porque un día más era un
día menos que a mí
que a muchos de mis compañeros
les tocó vivir.
Obligado a convertirse en criminal.
es la pintura de la que hablaría
profundidad en las urnas.
Del tres de noviembre realizada
por Nubia en 2008,
a diferencia de Juan Carlos Nubia,
excombatiente, las Fuerzas Armadas,
Revolucionarias de Colombia, farc.
En este recuadro.
Esta soy yo, este es Fermín
que está al frente,
y este pues el que está en el
hueco es muy recurrente,
el tema del hueco, la fosa,
en todos estos relatos y pinturas
que están el hueco es mi primo.
Veto yo llevaba ingresada
con mi primo
de tu ella ingresa a 16
años veto a los 18.
Resulta que mi primo tenía
paludismo, a él,
le tocaba pararse, a prestar
la guardia,
y él ya llevaba dos meses que no
se paraba, o sea de su poesía;
lo agarraron, el comandante,
dio la orden
y duró tres meses amarrado
mi primo gueto
y a mí me tocó prestar la
guardia de entonces.
me dijo veto
porque no nos porque no me suelta
y nos volvamos los 2,
pero llegó Fermín estaba escuchando
y vino y le comentó al camarada
Antonio que se pensaba
y que yo lo pensaba.
Le hicieron un consejo de guerra
muy recurrente también
en estas narraciones
y a los ocho días
fue que el comandante dio la orden
para que lo fusilaron.
Sabemos de los consejos de guerra,
a través de estas.
Narraciones.
Los combatientes votan.
La suma de la votación determina.
Si sobrevive o no,
en este caso los compañeros de veto
votaron por la sobrevive;
sin embargo, el comandante dijo.
No, el comandante dio la orden Nubia;
usted debe matar a veto,
me daba muy duro
matar a mi propio primo.
Yo lloraba yo me quería matar y veto.
No me dejaba él, no me dejo yo
; dure ahí como una hora
y el antes de caer esa silueta
que vemos ahí
de la que insisto no sino fuese
pureza representación visual
el mismo sea Custo como usted
lo pueden apreciar
allí allí para que yo lo
matara y él decía.
Haga lo prima, a mí me
tocó hacer el hueco
y enterrarlo.
Esta pintura se llama la experiencia
de la escuela, realizada por Andrés
en 2007 excombatiente de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia,
andrés ingresó aludes y ocho años
aquí fue, cuando yo ingrese
a las autodefensas, esto
era una escuela,
donde estudiaban los niños
aquí una tienda aquí
donde nos entrenaban ya, cuando
era la hora de la comida.
Nos mandaban para la casa, allá
comíamos y volvíamos ahí
y formábamos otra vez todo
el día entrenamiento,
y así la pasada, una vez se
nos voló un compañero.
Y cómo lo cogieron, nos
llevaron a dos
un comandante.
Lo vivo delante de nosotros
para que viéramos
cómo eran las vueltas en
las autodefensas.
Yo esa noche no dormir pensando
en eso viendo uno ahí
como descuartizada, otro, el pelao
tenía por ahí sus 18 años.
También.
Consejo de guerra se llama
esta pintura,
realizada por Diego en
2007 excombatiente
de las farc que ingresó
cuando tenía 12 años.
Estos son unos compañeros de
nosotros que se fueron para el pueblo,
se pusieron a tomar cerveza y allá
pues comenzaron a votarse.
Si miran ya está tirar tiros al aire,
y eso no se puede permitido.
Si mira ni el trabajo ni nada.
Entonces puede, una vez mandaron a
una escuadra la orden de matar.
Esta son puras puras fosas comunes,
Zinemira es la tercera,
es que nos inquieta con esa pregunta.
Si mira habíamos abierto,
a mí me tocó hacer los huecos
y me tocó matar a 1,
lo ponen a matar a los compañeros
para que uno se dé cuenta
que cuando la calle
así también le va a pasar a uno si
mira entonces usted anda derechita
por dónde.
Vidas y merecedoras de duelo,
la aprehensión y el reconocimiento
de la muerte del otro envuelve,
la máxima según la cual su ausencia
implica nuestra propia historia
perdón, destitución quién soy
sentí preguntáis Antígona,
anticipando la idea de nuestra
existencia compartida;
si sobrevive solo porque mi vida no
es nada sin la vida que me sede,
que se refiere al Kun, tu sin el
cual yo no puedo ser así;
las cosas desde el nacimiento
hasta la muerte,
la dependencia del.
Yo respecto a los tuits resulta
incuestionable;
ninguna medida de seguridad va
a impedir esta dependencia,
ni hay acto de soberanía
que por más violento
que sea puede liberar al mundo.
Este hecho las consecuencias éticas
y políticas de este reconocimiento
resultan evidentes.
Si bien el rostro, el otro, alienta
nuestra pulsión asesina
también origina nuestro deber
de acogida y de cuidado,
en términos de o leer.
Aquí reside la base de otra
respuesta no violenta frente a la destrucción,
así como una teoría de la
responsabilidad colectiva.
El primer impulso frente
a la vulnerabilidad
del otro es el deseo de matar.
La interconexión ética consiste
precisamente en militar
contra este primer impulso en
palabras y analíticas.
Eso significa sustituir el ideal
de matar por el deseo interno
de suprimir la agresión y el
sentido de prioridad.
Ahora el reconocimiento de nuestra
interdependencia implica,
pues, la doble respuesta
ante la agresión
o la responsabilidad, ante
la destrucción,
en palabras más claras, nuestra
exposición a la violencia,
prolonga la aniquilación o
suspende la fatalidad
de la revancha, el rostro;
el otro, constituye una
apelación al No
matarás, y a la paz también en
la simple vulnerabilidad.
Del otro, lo que se vuelve
una tensión asesina.
Indudablemente la guerra
contra la guerra,
como acontecido en Colombia,
exacerba nuestra común
vulnerabilidad mediante la inmunización, de algunos
y la exposición de los demás.
Insiste una vez más ese respiro
no duela en tanto
quienes pierden progresivamente
su condición de humanidad
y, por lo tanto su aparición
y su actuación
en el mundo de los hombres.
Así que la destrucción de
estas vidas espectrales
no deja huella en la memoria
del uso, otros,
porque sus vidas ya estaban
perdidas para siempre
o porque nunca fueron.
Sin embargo, siempre hay
una posibilidad
de advertir una sombra de
vida en la oscuridad,
tal y como acontece, con las imágenes
y las narraciones de los
excombatientes que registran
ciertos nombres y cuerpos que no
han existido históricamente.
Para nosotros un proyecto muy bello
a principios de la crisis del
cielo en Estados Unidos,
proyecto que versaba, precisamente,
en dirigir esos nombres que eran
tachados como nombres vergonzosos,
porque estaban asociados
a la vergüenza del sí
a la homosexualidad,
a la promiscuidad
y a la drogadicción;
y este proyecto es rehabilitar
los nombres
de registrar de singularizar
los nombres, es otra cosa,
sino esto mismo que apreciamos
en esta pintura
y en estas nueve pinturas
que les he mostrado,
esas vidas, que son pérdidas
y las que no,
sino existieron precisamente estos
marcos visuales y narrativos.
De hecho, hay vidas perdidas,
incluso la de los propios
excombatientes.
Muchos ya han sido asesinados, y de
ellos solo quedan estas pinturas
de una vida de la que podemos saber
con user percibir sentir
su, pérdida únicamente a partir
de este proyecto
de memoria histórica.
Aquí en estas representaciones
visuales y narrativas aparece
la destrucción de las víctimas
también de los excombatientes.
No se trata a lo largo
de la exposición,
por supuesto no ha sido mi
intención, la de absolver
o justificar el delito.
Cada uno debe hacerse cargo de la
responsabilidad de sus actos,
sino más bien de comprender
precisamente esa debilidad,
esa que a mi modo de ver es lo
que constituye precisamente
el factor de la destrucción de una
guerra en Colombia que no cesa
y que destruye poblaciones enteras
más que el narcotráfico insisto,
es precisamente una población
impensable que como impensable
facilita precisamente
el funcionamiento
y la progresión de la guerra justa
fue justamente las formas
de destrucción,
prolongan una manera de diferenciar
la vida entre, por un lado,
las que son merecedoras de ser
lloras cuando se pierden
y, por otro, las que no
son del todo vida
ni del todo valiosas, reconocibles
o dignas de duelo.
Por eso, es posible reclutar en
menos de 20 años en los registros
de un país que no tiene
cultura estadística,
más de 18.000 niños y niñas
y a pesar precisamente
de la desmovilización de las
no cesa el reclutamiento,
y precisamente no cesa y es posible
esta cooptación obligatoria
una y otra vez porque son vidas,
no valiosas vidas, no meritorias
para el resto.
Nuestra actitud
ante la muerte violenta algunos
nos revela el mérito
o el valor asignado a la
existencia del uso.
Otros.
El creciente número de
excombatientes asesinados en Colombia
constituye el mejor ejemplo de
muertes carentes de valor
según la jurisdicción especial
para la paz, que fue creada
por el Gobierno nacional a
partir de los acuerdos
de paz con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias
en el 2016 entre el primero
y el 24 de enero
en 2021, cada cinco días,
un ex guerrillero fue asesinado;
sin embargo el número creciente
de asesinatos
es equivalente a las
numerosas barreras
que aseguran la espectral edad
de cientos de novios.
Vas a observar los informes del
Departamento Administrativo
Nacional de Estadística,
entidad responsable
de la producción de estadísticas
oficiales en Colombia?
Que nos dice que el 46 puntos
de los colombianos
no quisiera tener debe sino a
un excombatiente y el 49
no estaría dispuesto a trabajar con
un desmovilizado por esta razón,
la pérdida de las vías sin
meritorias no genera ningún dolor ni espanto,
sino más bien la actitud
triunfalista del hombre primordial
que nos habita la violencia contra
aquellos que no están,
lo bastante vivos, esto es vidas
en un estado de suspensión
entre la vida y la muerte deja una
marca que no es una marca,
no habrá ningún duelo; la
aniquilación se hace posible
y deseada, va a observar las
fantasías militares
que actualizan por doquier los
sentimientos de heroísmo
y de invulnerabilidad ante los demás,
que son tan frecuentes en Colombia,
que pueden ser destruidos en nombre
de nosotros y de aquellos
que no son como nosotros.
Del mismo modo, las representaciones
contenidas
en la guerra, que no hemos visto,
nos permite advertir las vidas
seleccionadas y destruidas en
tanto poblaciones que ya
no son vidas sino amenazas a la
vida, incluyendo, por supuesto,
la aniquilación de los
mismos combatientes.
Así las cosas, nuestras
disposiciones sensibles
ante la muerte, otros
dependen a su vez
de nuestros marcos de percepción
y reconocimiento y lo humano
la importancia de este proyecto.
En la medida en que hace
se titule la pérdida,
la guerra delimita el valor
y el valor de la muerte
y la paz, sus marcos de
representación oriental,
nuestros afectos de pérdida
duelo, melancolía culpa,
sadismo justificado satisfacción,
indiferencia por su parte,
la guerra que no hemos visto
hace aparecer y circular,
la muerte violenta, que las
poblaciones perdí Nules,
que ya estaban desahuciadas incluso
antes de su propia destrucción,
a diferencia de la lógica actual,
que racionalizar la pérdida
de tales poblaciones
para proteger la existencia
de los vivos,
los excombatientes en sus pinturas
y en sus relatos rememoran
aquellas vidas en señal de duelo
rehabilitando su nombre y su muerte
reuniendo los despojos de una vida
y desplegando públicamente
el reconocimiento de esas pérdidas
cuyas condiciones sociales
y políticas concretas
estaban marcadas, o lo
marcaban como no vi.
Muerte, a profesora por sus pecho,
es una pintura de Alfredo
en el 2008, un excombatiente de las
farc que ingresó a los 16 años
acontece que esta es la profesora
de la escuela,
la escuela, La Cana, de La Flauta;
Caquetá y para allá por ese lado
donde ella estaba enseñando
se manejan unas reglas muy claras
por parte de la guerrilla.
Ella no obedeció, le dijeron que no,
que ya no siga las órdenes de Josep,
porque ya era del otro bando
o sea, paramilitar, siempre
hay una sospecha.
Ella salía llevar información
de ellos al uso de otros.
Entonces la cogieron, la llevaron
y la amarraron aquí
donde miramos este árbol,
ahí la amarraron y la
tuvieron tres días
y se la llevaron.
Esto se llama horca.
Derrumbes, sueños y patrimonios
es una pintura,
de 2008 también es combatiente.
Las farc ingresó
a los veintitres años esto
es por el río Caquetá,
en un caserío que se llama
paralizadas la guerrilla
decidió hacerles un seguimiento
a algunas de las personas
que vivían ahí en esas encontraron
a un señor
Fabio plazas;
se llamaba rehabilitar el nombre,
hombre era carnicero el rumor que
el señor era paramilitar,
ese señor tenía tres hijos
varones y una niña
y vivía con una señora.
Se autorizó,
que tenían que matarlo a ese señor
lo mataron a las seis de la tarde.
En el pueblo todo el mundo miró que
lo mataron, me pegaron unos tiros
de unos tiros grandes, le
partieron la cabeza,
a los dos días de haberle enterrado
reunieron a la gente del pueblo,
reunió el comandante, marcial
y les dijo que iban
a morir muchos más.
En ese pueblo no quedó nada;
dejaron todo votado;
quedó un pueblo fantasmas.
La primera vez que escuchaba
el nombre de ese pueblo
a partir de este relato.
Tortura, muerte anunciada,
una pintura de Marta,
en 2009 excombatiente de las farc
ingresó a los 14 años.
Esto queda cerquita, un pueblecito
que se llama.
Esto fue una historia que
pasó con una señora.
Ella tenía un restaurante y allí
era donde nosotros comíamos
y la señora ya la tenían fichada
de que ya nos colaboraba.
Entonces le dijeron,
miré que los paramilitares
la tienen lista a usted
porque usted les colabora
a la guerrilla.
La señora no creyó y
los paramilitares
estaban haciendo un retén.
En el puente, esta señora
como la encontraron,
en lista le mostraron la cabeza
delante de nosotros.
Ahí nosotros,
mirando lo único que nos salvó
ese día, no me tenían lista,
y nosotros nos llevábamos armas,
no, llevábamos nada la cabeza.
La tiraron al río fue lo
único que dio alcance,
a ver cuando le tiraron
la cabeza al río.
Tortura a un ser humano,
una pintura de Henry
en el 2007 excombatiente de las farc,
ingresó a los 18 años, consciente
o inconscientemente a usted
no se le sale la cabeza nunca
cuando comencé a pintarlos.
Sentía como no sé cómo, como se
acuerda uno de la persona,
uno se acuerda las facciones del
hombre y todo le da una,
pero el hombre tenía su
familia, me imagino,
también era un ser humano,
le da uno como algo.
Siempre le da uno duro
recordar las cosas.
Esas cosas siente uno como
un vacío en el corazón.
No sé algo remordimiento,
se puede decir cierto.
Remordimiento el blanco y negro,
como si fuera un recuerdo triste
como si fuera algo que yo
no quisiera recordar.
El poder efectivo, el duelo,
qué ocurriría si los muertos
en las guerras en curso
fueran llorado de una manera
igualmente abierta;
por qué no se nos facilitan los
nombres de todos los muertos
de la guerra en sentido
complementario,
como cambiaría nuestro espectro
político y afectivo sobre la guerra,
reconociendo que la misma se define
en virtud de la distinción
entre poblaciones meritorias
meritorias de duelo, lo
el duelo público
constituye una cuestión
de enorme importancia
desde el período clásico griego
hasta nuestra actualidad,
basta recordar la tragedia
del dramaturgo griego,
Esquilo para advertir otras
maneras de aprehensión,
y reconocimiento de las vidas
destruidas o dañadas
como consecuencia de la guerra.
Esta obra trágica, más histórica
que mitológica,
narra la derrota de los persas,
en su lucha bélica
contra los atenienses, de manera
que la destrucción,
y no la gloria o mejor aún, el duelo,
y la melancolía por las
pérdidas persas
constituyen los ejes medulares
de esa composición griega
el canto de victoria es un
peón más a la tragedia.
Le corresponde el canto de dolor
por los caídos en palabras
de Carlos García -Gual, Esquilo,
conmemora así la batalla decisiva
de la ciudad de Atenas
contra sus antiguos adversarios,
representando la trágica catástrofe
por los vencidos, que son los otros;
los otros que no son como nosotros
los persas los atenienses victoriosos
cantan, pues el dolor de los persas,
los vencidos, un triunfo,
por supuesto más moral que militar
aquí el enorme valor
de esa composición griega que nos
enseña acerca de la muerte del otro,
reconociendo nuestra propia
destrucción.
El escenario simula el Palacio
de Susa capital de Persia,
donde los ancianos también
llamados fieles,
aguardan noticias sobre el retorno
del rey de Persia
quien ha caudillo el gran ejército
de contratenor.
Dice.
Esquilo.
Todo el vigor de la Juventud en Asia
ha partido dice el coro.
Marcharon dejando tras ellos Susa
y y la fortaleza antigua de
Desisa unos a caballo,
los otros en naves y a pie, los
soldados de la infantería
formando una masa compacta de tropas
de guerra, el coro evoca,
cada uno de los nombres
de los 55 jefes
de las ciudades que mandaron
a sus hombres a la guerra.
Incluyendo a los países vinculados
al imperio de Georges kilos, tal
flor de barones de la tierra persa,
se ha puesto en camino toda
la tierra asiática,
que antaño los criar a gime por
ellos, con intensa nostalgia,
padres, esposas, contando
los días tiembla
ante un tiempo que se va dilatando;
seguidamente un mensajero entra
en la escena notificando a
la reina madre aftosa,
esposa, el difunto rey Darío y
madre, entre otros de Georges
su primogénito, sucesor en el trono
de su padre y al coro de ancianos
sobre la derrota de Persia,
la flor de los persas
ha caído muerto.
Entonces, los ancianos
exhortan a los otros
a llorar públicamente a sus
muertos dolorosa dolorosa
desgracia repentina y desgarradora
pero esas llorar de hoy este dolor
lanza un grito de pena en honor
a los desgraciados
un grito de dolor odioso si Atenas
para los que sufrimos esta desgracia
tengo en verdad derecho a mencionar
las muchas mujeres de Persia
que sin ninguna utilidad han dejado
sin hijos y sin marido.
El ejército persa ha sido aniquilado
por las escuadras griegas,
la juventud persa,
ha desaparecido mientras los suyos
prefieren un grito pleno de duelo.
Ante los espectadores griegos
que asisten a la obra
responde al coro que pregunta por
cada uno de los soldados persas
todos todos están muertos han muerto
si todos han muerto los persas
han sido aniquilados por
los atenienses que,
pese a la victoria prefieren,
dramatizar su duelo, el
triunfo militar,
y más particularmente moral
de los griegos,
sobre el imperio de Oriente, el
lamento de los vencidos,
es coro coreado por los vencedores
quienes se interpretan a sí mismos
a través de la representación griega.
Las escenas de dolor por la pérdida
de los guerreros persas
sustituye así el festín de
la victoria, ateniense,
de ahí la enorme autoconciencia
pública producida por la tragedia,
así como su gran número, perdón,
su gran poder afectivo
respecto a la destrucción de la vida.
En palabras de Eto o, esto explica
quizá el gran temor de Platón
respecto a los poetas que, según
él debían ser expulsados
de la República.
Ahora porque el filósofo
de las ideas temía,
tanto a la ciudad en términos
debacle del filósofo griego,
advertía el riesgo,
el espectáculo trágico puesto que
los ciudadanos sentirían;
pesar por las pérdidas que habían
representadas y dicho duelo abierto,
y público.
Al trastocar, el orden
y la jerarquía,
el alma desbaratar y el
orden y la jerarquía
de la autoridad política.
La tragedia es un arte político
que representa a la ciudad
sus divisiones, sus conflictos
y sus crisis.
Todo lo que la amenaza hasta el
punto de definirla así mismo,
el drama griego, representa
los caracteres humanos
que se dibujan a través de
la acción y la palabra.
La felicidad y la desgracia.
Los sucesos temibles y los
acontecimientos dignos
de compasión los persas
ponen en escena
precisamente la destrucción como
riesgo en nuestra sociabilidad
y, al mismo tiempo, el duelo,
como gesto de responsabilidad
colectiva por un mundo compartido.
Al igual que la dramaturgia griega,
donde el duelo hace posible la vida
porque reconoce nuestra
interdependencia,
sin la cual no podemos existir
como comunidad política,
el marco de representación
visual y narrativa
de la guerra, que no hemos visto,
advierten el duelo,
un enorme potencial político a
la manera de una protesta,
los excombatientes pintan y narran
escenas asociadas a las pérdidas
de aquellas vidas que no debieron
perderse en la guerra,
incluyendo la de sus propios
familiares,
y la de ellos mismos vidas,
que aparecen sólo ahí aquí puesto
que permanecen in vistas,
audibles en la esfera pública.
La condición esencial del duelo
es, pues, la afirmación
de que una pérdida humana
es lamentable.
Decir que la vida es digna de ser,
llora porque es reconocida
como vida claramente.
La reacción del dolor
ante una existencia
destruida implica su asunción y su
afirmación como vida humana.
En cambio la aniquilación de
aquellas poblaciones catalogadas de peligrosas
cuyas vidas constituyen meros
espectros amenazantes
para la mayoría pierden su
derecho a ser llorado
porque no son considerados como
vidas sino en cambio,
como sujetos, en palabras
de lo que sentimos,
está en parte condicionado
por la manera.
Cómo interpretamos el mundo que nos
rodea la manera cómo interpretamos?
Lo que sentimos puede modificar
y, de hecho,
modifica el sentimiento como tal,
nuestros esquemas afectivos
sobre lo real.
Nos exigen un giro ético
capaz de subvertir
la división entre muertes
lamentables y muertes placenteras
a fin de proteger la vida y
llorar su destrucción.
La sombra de la muerte,
una pintura del 2007
John ingresó a los 16 años a las
esto fue en el Bajo Cauca
nos llegó una información que nunca
sería había uno subversivos,
nos tiramos por ahí dos o
tres días para llegar,
allá solo había una mujer
y cinco subversivos,
estaban montando la comida, ya
se estaba tapando el sol
se estaba acumulando, eran por
ahí las seis de la tarde.
Me acuerdo de que había una cascada.
Pusimos la-m 60 Luis, me
impresionó mucho,
la niña subversiva, cuando bajamos,
y la vi porque la cogió,
la mecha ametralladora
y la vuelve o nada me
dio mucho pesar.
Era una niña que tenía 15 o 16 años.
El último, la última de las imágenes,
el velorio de la niña guerrillera,
una pintura de Carlos en el 2009,
Carlos ingresó a los 18 años al eln,
perdón, el Ejército Nacional,
el Ejército regular.
Esto fue en Arauca entre
el 2013 el 2004;
un hostigamiento que tuvimos en un
combate o son ellos o es uno
uno no sabe ni a quién disparó ni
quién fue el que dio de baja
la persona uno en el reconocimiento
se da cuenta que hubo
y se vio que era una niña no
alcanzaba a medir uno
31 40 el uniforme incluso
le quedaba hasta grande
el fusil se le veía demasiado grande
en las una niña que le venían
una niña que le veía la textura.
No tenía ni siquiera el cuerpo
todavía de mujer,
era del gaditano a China, Dita
pero muy, muy delgada muy,
muy pálida.
Tenía el delito como ondulada
en el equipo,
lo que tenía ella era
flores y y rositas
que ellos mismos hacen con costura,
y eso de hilos de colores
en el corralito,
tenía una muñequita, tenía
sus libritos,
que utilizan los niños para escribir,
como un diario con sus cosas
así de niños, de infancia,
a esa niña.
Le hicimos un altar?
Sito, le compramos los pelitos.
Le hicimos una relación con las
cosas de ella se le limpió la carita
se limpiaron las manos se organizó
ella no cerró los ojos
completamente le quedaron así entre
la verdad es que dio dolor.
Tanto el comandante como varios
soldados les dio dolor,
ver de todas maneras era un niño.
Muchas gracias por escucharme.
Les agradezco nuevamente a la
Facultad de Filosofía la Fundación
puntos de encuentro que me autorizó
para difundir estas imágenes
y estos relatos que les
acabo de compartir.