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Del bloque del sistema cardiorespiratorio vamos a separar el corazón, para lo cual hacemos una incisión en el pericardio, observando si hay algún contenido anómalo del que merezca la pena tomar una muestra. Y a continuación, ampliamos la incisión, ponemos al descubierto el corazón y lo separamos de sus troncos vasculares. Inspeccionamos el corazón externamente por si hay algo que reseñar y para el examen vamos a seguir una regla que consiste en abrir las cavidades siguiendo el curso de la circulación. En primer lugar, practicamos una incisión en la aurícula derecha incisión completa de polo a polo. Penetramos, una vez localizado, en el ventrículo derecho y, unidos al septo, vamos recortando la pared ventricular siguiendo siempre el curso del septo, paralelos al septo hasta salir del corazón. Volviendo a la posición de partida, hacemos la misma operación con la aurícula izquierda. Una incisión completa de la aurícula y teniendo el primer corte del ventrículo derecho, que tiene esta forma más o menos triangular, como referencia, y manteniéndonos cerca del septo, vamos cortando el ventrículo izquierdo. Al llegar a la punta del corazón hay que tener en cuenta que la punta del corazón va a quedar a la derecha del instrumento. Punta del corazón a la derecha del instrumento. Seguimos avanzando utilizando como referencia el corte del ventrículo derecho hasta la salida del corazón. Podemos hacer sondando primero el paso de la aorta. Con lo cual obtenemos una pieza cardíaca en la que queda todas las cámaras al descubierto. Si reunimos el corazón y resumimos los pasos que hemos seguido para la apertura ordenada, de acuerdo con el tránsito de la circulación, observamos que hemos entrado al corazón a través de la cava, nos hemos movido por el septo y hemos salido por la arteria pulmonar. Y en cuanto al ventrículo izquierdo, hemos penetrado en él por las venas pulmonares, nos hemos movido pegado al septo y hemos acabado saliendo por la aorta. Para el examen completo del miocardio, es conveniente practicar un corte sagital en el septo, de forma que queda toda la musculatura miocárdica al descubierto. En esa extensión es muy difícil que cualquier alteración de este territorio pues pase inadvertida.