José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca,
uno de los personajes más
importantes de la historia de España,
nacido en Murcia en 1728, abogado de los
reales consejos, fiscal
del Consejo de Castilla,
primer secretario de
Estado de Carlos III.
Aquí lo vemos en un cuadro que es el icono
de nuestra exposición, con la banda de la
Orden de Carlos III, la Gran Cruz de
Carlos III y el Toisón de Oro.
Este murciano de extracción tan humilde,
el primer ministro de una de las
monarquías más importantes del siglo
XVIII.
En 1748 llega Floridablanca a Madrid.
En ese momento reinaba en España Fernando VI
y la reina Bárbara de Braganza.
Como todos sabemos, este rey prácticamente
murió enloquecido.
Y por eso le sucedió a su hermanastro
Carlos III, el futuro Carlos III.
Era Carleto, hijo de Isabel Farnesio.
La segunda mujer de Felipe V.
Él fue enviado con apenas 15 o 16 años a
Italia para reclamar los derechos de
herencia de Isabel Farnesio en la Toscana
y en Parma.
Terminando finalmente regalando como rey de
Nápoles y Sicilia, rey de las dos Sicilias.
Y prácticamente podemos
decir que durante más de
20 años ya tenía la
experiencia de ser un monarca.
Su experiencia italiana tiene mucha
influencia como rey también de España.
Floridablanca cuando llega a Madrid va
buscando clientes.
Y para ello va a recurrir al presidente en
ese momento del Consejo de Castilla,
que era el obispo de Cartagena,
don Diego de Rojas y Contreras.
En tanto en cuanto que eran murcianos,
pues lógicamente Diego de Rojas le
presentó clientes que pertenecían a la
aristocracia.
Como por ejemplo la marquesa de Perales.
O este cuadro que representa al duque de
Alba.
Está pintado por uno
de los pintores más
importantes del siglo
XVIII, que era Rafael Mengs.
Este pintor hizo este cuadro y dejó el
cuerpo libre para que la familia le
pudiera poner todo tipo de
condecoraciones.
En aquella época España se gobernaba a
través de los consejos.
Especialmente del Consejo de Castilla.
Estaba con las secretarías del despacho,
muy propias de la época de los Borbones.
Floridablanca, como abogado de los reales
consejos, abrió un bufete.
Terminando por ingresar como fiscal del
Consejo de Castilla.
Donde Campomanes, el
futuro conde de Campomanes,
era también el fiscal
de dicho consejo.
El presidente del Consejo de Castilla era
el conde de Aranda.
Que precisamente se iba a convertir
en el verdadero perseguidor político
verdadero perseguidor
político de Florida Blanca.
De Floridablanca durante tantos años.
Pero que al mismo tiempo compartían
prácticamente las mismas ideas.
En 1766, en el mes de marzo, se produce el
motín de Esquilache.
Llamado motín, aunque
realmente podríamos decir que era
más bien una conjuración
de las fuerzas reaccionarias.
Ante las reformas que llevaba a cabo
Carlos III.
Carlos III tendría que pasar ese sonrojo.
De salir al balcón del Palacio Real,
hoy la Plaza de Oriente.
Donde más de 30.000
madrileños se habían reunido
para solicitar la reposición
de la tasa del pan.
Carlos III, al lado de un calesero,
al lado de un panadero.
No tuvo más remedio que aceptar y dar un
indulto general.
Pero esto no iba a quedar así.
Se constituyó a su vez un consejo
extraordinario.
Por el cual se iba a investigar quién
había sido realmente el inspirador.
De esta conjuración contra la política de
los Borbones.
Se llegó a conclusión de que los
principales inspiradores eran los jesuitas.
A partir de este momento se produce una
política anti-jesuítica.
Que da lugar precisamente el año 1767
a la expulsión de los jesuitas de España,
de la península, como de América.
Es decir, prácticamente
casi 6.000 jesuitas
fueron despachados hacia
los territorios del Papa.
El Papa, enrabietado con los Borbones,
lanzó un monitorio.
Es decir, una excomunión contra el Duque
de Parma, sobrino de Carlos III.
Carlos III respondió con fuerza al pulso
que le echaba el papado.
Y llamó a Pedro Rodríguez de
Campomanes para que redactara
un juicio imparcial contra
este monitorio romano.
Ese juicio imparcial, que es un alarde de
regalismo, llamó la atención a los obispos
y arzobispos que lo consideraban muy
agresivo desde el punto de vista católico.
Por eso Carlos III recurrió a Floridablanca
para reescribir ese juicio
imparcial junto con estos obispos y
arzobispos.
Dándole a entender que tenía que ser suave
en las formas, pero fuerte en el contenido.
Es decir, suave tenim modo, forte tenim re.
Algo que hacía muy bien Floridablanca.
Esto le permitiría luego a Carlos III
nombrarle embajador de la monarquía en Italia.
José Moñino llega a Roma como embajador en
1773.
Allí es recibido por el nuevo papa
Clemente XIV.
Tiene una misión.
La misión en Roma de Floridablanca
era arrancar del papado
una bula, o breve de extinción
de la orden de los jesuitas.
Floridablanca compró una imprenta,
la instaló en la embajada e incluso llegó
a redactar lo que sería el breve
pontificio Dominus Arredectus Deus,
por el cual el papa extinguía la Compañía
de Jesús.
Esto lo hizo Floridablanca en un tiempo
récord con una serie de medidas de
presión, pero que merecieron por parte de
Carlos III recompensarle con el título de
Conde de Floridablanca, que corresponde a
dos pequeñas propiedades que tenía en
Murcia, concretamente
en Alquería, que una se
llamaba La Blanca y la
otra se llamaba La Florida.
Por eso escogió el nombre de Floridablanca.
Aparentemente, parece que
no es políticamente correcto la
expulsión de los jesuitas por
parte de un monarca católico.
Proliferaban estampas, como una de
las que presentamos en la exposición,
donde es una especie de apoteosis de los
jesuitas y donde el escudo de Carlos III y
todos los ministros y personajes
regalistas de Carlos III van entrando por
la puerta del infierno, como dando a
entender que Carlos III era un verdadero
hereje y que iba contra la iglesia
católica.
Con Carlos III lo que se produce realmente
es una transición de lo que podríamos
llamar el absolutismo de derecho divino al
absolutismo secularizado.
Es decir, el rey es más ley que vicario de
Dios.
Por lo tanto, lo único que hizo Carlos III,
o lo que hizo Floridablanca,
es llevar a cabo algo que tarde o temprano
tenía que ocurrir, que es el papel
privilegiado, estamental, que tenía la
iglesia en esa sociedad, en tránsito a una
sociedad donde habrá estados
sociales de derecho y donde
solamente la iglesia debe
trabajar los aspectos espirituales.
A finales del año 76 fue llamado por
Carlos III para, tras la dimisión de
Grimaldi, que era
el primer ministro, ser
nombrado primer secretario
de Estado por Carlos III.
Es decir, era un poco
como el presidente del
Consejo de Ministros, por
llamarlo de alguna manera.
Sabemos que durante la época de Carlos
III, esos 15 años del último tramo del
reinado de Carlos III, podemos decirlo de
forma prosaica
Carlos III/Floridablanca, porque prácticamente
estuvo presente en todos los actos
o decisiones que se adoptó
en el reinado de Carlos III.
Él lo primero que hizo fue
tomar una serie de medidas, entre
otras, participar en el
nacimiento de los Estados Unidos.
Bien es cierto que Floridablanca tenía
que actuar con mucha prudencia,
En tanto en cuanto, los
colonos o rebeldes americanos
se rebelaban contra su rey
o contra el soberano inglés.
Y lógicamente eso era
algo que no quería que
repercutiera en el
imperio colonial español.
Y el mejor argumento para participar en
esta guerra contra Inglaterra era
precisamente recuperar
los territorios que se
habían perdido en la
Guerra de los Siete Años.
Concretamente las
Floridas y concretamente
también algunos territorios
del Golfo de México.
Por lo tanto, la participación española es
fundamentalmente la que llevó a cabo
Bernardo de Gálvez en el sur de las
Provincias Unidas.
Y que como el propio George Washington
reconoció, la ayuda española fue
fundamental para conseguir esa
independencia.
La participación de España en
la Guerra de la Independencia
de los Estados Unidos
podemos considerarla clave.
Ya no solamente por una ayuda oficial por
parte de la monarquía, sino sobre todo por
los fondos, vamos a llamar de inversión,
que los propios americanos de las colonias
españolas, especialmente de La Habana y de
México, pudieron prestar precisamente para
la movilización de recursos
y el pago también de la flota
francesa que defendía los
intereses de los rebeldes americanos.
Él ideó una especie de
una ingeniería financiera
a través de los
llamados vales reales.
Esos vales reales iban a ser considerados
como unos fondos de inversión,
pero para que no se convirtieran en algo
especulativo, llamó a Cabarrús para que
con la idea que él tenía de un banco,
fundar el Banco Nacional de San Carlos
precisamente para darle una cobertura a
estos vales reales.
Posteriormente, aparte de esta guerra con
Inglaterra, iba a crear como un acto de
modernidad administrativa lo que se llamó
la Junta Suprema de Estado.
La Corte de Madrid era una ciudad sucia y
era una ciudad poco recomendable.
Y sin embargo Carlos III, que es conocido
precisamente como el rey que padecía el
mal de piedra, el mejor alcalde de Madrid,
va a darle una fisionomía nueva que
coincide precisamente cuando Floridablanca
le va a presentar a Carlos III el
nuevo mapa de la ciudad de Madrid que
viene sobre todo representado por esa
nueva vía que es el Paseo del Prado,
la Puerta de Alcalá, Neptuno, la Cibeles,
la Casa de las Aduanas, los Caños del
Peral, etc.
Todo esto corresponde a la época de
Floridablanca.
Él imaginó un paseo en el que estuvieran
presentes los gabinetes, donde estuvieran
los observatorios, donde estuvieran los
jardines botánicos y donde estuvieran
sobre todo la Academia de las Ciencias y
el Museo de Ciencias.
Encargó para ello a Juan de Villanueva la
planta de lo que hoy conocemos como el
Museo del Prado, que terminaría siendo
precisamente en 1819 el museo más
importante de España inaugurado por
Fernando VII.
Floridablanca llevó
a cabo una política
científica en nombre,
lógicamente, de Carlos III.
Curiosamente, en esta época es cuando
tiene lugar el doctorado de la primera
doctora que se conoce en la historia de
España por la Universidad Complutense.
Tanto Floridablanca como Jovellanos
promocionaron y permitieron, que las damas
pudieran entrar en
la Sociedad Madridense de Madrid.
Es la famosa Junta de Damas.
Uno de los cuadros
más significativos de esta
exposición es precisamente
este de Francisco de Goya.
Francisco de Goya pintó a la Condesa de
Montijo con sus cuatro hijas.
La Condesa de Montijo, como hemos dicho,
es un personaje muy importante de la
época, que le dio una gran visibilidad al
temperamento femenino.
La Condesa de Montijo tenía en su palacio
una tertulia en la que participaban la
mayoría de las mentes más ilustradas de la
época.
Un aspecto capital de la política de
Floridablanca es la que tiene relación
con lo que él llamó el Fondo Pío
Beneficial.
Carlos III, cuando
llegó a España, dijo que
fundamentalmente se iba
a preocupar de los pobres.
Esto no es una mera retórica.
Aquí, en este cuadro de Gregorio Ferro,
se ve a Carlos III atendiendo a las viudas
y a los huérfanos de funcionarios,
creando un montepío, precisamente,
para el mantenimiento de estas personas y
la formación también de los niños y niñas.
Floridablanca le hizo una pregunta,
digamos retórica, a la Iglesia.
Le dijo, ¿qué es la Iglesia?
La Iglesia le responde, la Iglesia es de
los pobres.
Y Floridablanca le pregunta también a la
Iglesia, ¿cuánto dedicáis a los pobres?
Cuando la Iglesia responde que apenas un
tres o un cuatro por ciento,
Floridablanca dice, pues bien, la mitad de estas
prebendas y beneficios que tenéis,
el Estado va a administrarlos.
Y lo va a aplicar a los pobres.
Por lo tanto, los montepíos, las
diputaciones de pobres, las casas de
misericordia, los hospitales, los
hospicios, sería pagado con este dinero
de la Iglesia, pero respetando también la
propiedad, digamos, de la Iglesia.
Floridablanca participó prácticamente en
todos los ramos, durante todos los ramos
de hacienda, de guerra, de patronazgo,
de gobierno, de justicia.
Que competía, digamos, al gobierno de
Carlos III.
Floridablanca tenía un sentido bastante
plasmático de las cosas.
Por ejemplo, en relación con las corridas
de toros.
Las corridas de toros, es conocido que
durante la época de la Ilustración,
el reinado de Carlos III estaban en
prohibidas.
Aunque la Ilustración decía, o la razón
decía no, a la fiesta nacional,
por otro lado, era muy difícil luchar
contra la presión social y contra,
digamos, las aficiones del pueblo.
Como hombre de acción, de hombre de tomar
decisiones ante la inconsistencia y la
obsolescencia, digamos, del antiguo
régimen, llegó a la conclusión de que lo
primero que tenía que hacer era un censo,
contando el número de habitantes.
El número de ciudades, de pueblos,
de lugares que había en España.
Es el famoso nomenclato y el famoso censo.
Que llevan su nombre.
A esto le acompañaba también una política
de colonización.
Una política de colonización que ya se
había iniciado en Sierra Morena,
pero que él lo lleva especialmente a
América.
En territorios como la Luisiana,
las provincias internas de México,
o en el propio Filipinas.
De la misma manera que Floridablanca tuvo
una política de acercamiento,
especialmente a la corona
portuguesa, pensando
en un futuro, en una
unión de las dos coronas.
Y al mismo tiempo, obteniendo
de la corona portuguesa, los
territorios del Golfo de Inea,
de Fernando Poe y de Arobón.
Con vistas a lo que se llamaba en aquella
época la trata de esclavos, que estaba
lógicamente monopolizada por ingleses,
por franceses y portugueses.
Los territorios o dominios españoles en
Norteamérica, se duplicaron.
Es decir, que prácticamente
dos tercios de los actuales
Estados Unidos, pertenecían
a la monarquía española.
Esto tenía mucho que ver con un modelo,
que era el modelo perfeccionado de ese
gran ministro de Indias, que fue José
Gálvez.
Pero José Gálvez veía a América como
colonias.
Sin embargo, Floridablanca las veía como
unas provincias.
Y para él era más importante
la integración en un solo
cuerpo de nación, que la
mera explotación económica.
Para la explotación económica ideó más
bien un libre comercio.
Y al mismo tiempo un cierre contra el
contrabando que hacían otras potencias,
como Francia, o como Dinamarca,
o como Inglaterra.
Bien, esto fue acompañado también de una
política bien pragmática.
Porque se sabía que el contrabando era
prácticamente inexcusable.
No se podía frenar.
Lo que él hizo, algo así parecido a
decidir a cobrar ese contrabando.
Es decir, a establecer aranceles a todos
los productos extranjeros.
Él patrocinó también los trabajos
relacionados con la construcción de
archivos, como el Archivo General de
Indias.
O tenemos el caso de Tomás López,
el caso de Juan Bautista Muñoz.
Es decir, personajes que
se dedicaban,
a confeccionar cartas y,
sobre todo, atlas geográficos.
Durante esa época se realizaron cientos de
expediciones científicas.
Quizá la más importante fuera la de
Malaespina, de finales de los años 80.
Y es cierto que Malaespina,
cuando volvió, ya no estaba
Floridablanca, porque había sido
defenestrado políticamente hablando.
Una de las medidas más...
de modernidad que adoptó Floridablanca
es en relación con el mundo islámico.
Es interesante hacer, digamos,
hincapié en esta política, porque las
relaciones diplomáticas con el islá,
eran bastante complicadas.
Floridablanca establece relaciones con
Marruecos, establece relaciones con la
puerta otomana, con Estambul, enviando a
personas pertenecientes al mundo también,
del comercio y de los negocios, para
el establecimiento de estas relaciones.
Hablando, por ejemplo, de la costa
murciana del Levante, podríamos decir que
en el siglo XVIII apenas había
poblaciones.
Sin embargo, después del establecimiento
de relaciones comerciales, podríamos decir
que pueblos como San Javier, San Pedro del
Pinatar, etc., van a sustituir a toda esa
cadena de torres, que
son torres vigías, que
avisaban precisamente
del peligro berberisco.
Si Carlos III tenía el mal de piedra en
relación con Madrid, podríamos decir que
Floridablanca estaba
realmente obsesionado con las
obras públicas, es decir,
con las infraestructuras.
Él era también el
superintendente general de
correos, de canales,
de caminos, de puertos.
Por lo tanto, la red viaria, la
red radial de Madrid actual,
con las seis carreteras
nacionales, estuvo diseñada por él.
En esa época se construyeron miles de
puentes, se establecieron los peones
camineros, precisamente
para que cada uno de ellos
se responsabilizara del
arreglo de los caminos.
Él hizo puertos, hizo pantanos,
especialmente el Pantano de Puentes
y Valdinfierno de Lorca, el Puerto de la
Cadena, el Puerto de Somosierra...
Floridablanca, en 1785, envió a Murcia a,
digamos, su arquitecto preferido,
después de Juan de Villanueva,
claro está, que era Manuel Serrano.
Manuel Serrano se puso a disposición del
Ayuntamiento de Murcia para hacer una
reordenación territorial del cauce del río
Segura, para evitar, digamos, las riadas y
las malas consecuencias que tenía el
Segura en aquella época.
Por lo tanto, el Ayuntamiento de Murcia
recompensó a la posteridad, digamos,
a Floridablanca, con este retrato que
está precisamente en el Salón de Actos del
Ayuntamiento de Murcia, donde
Floridablanca está presentando, digamos,
esta ordenación territorial de la ciudad.
Hacia 1783, Floridablanca tomó una
decisión muy importante, los historiadores
la calificamos como el dirigismo
ideológico de Floridablanca, en relación
a lo que es, a cómo se percibía la
monarquía católica en Europa en el siglo XVIII,
que fundamentalmente estaba trufada
de una hispanofobia, y considerar a los
españoles como atrasados, como africanos,
como personajes siniestros en donde
imperaba la Inquisición, etc.,
lo que es la leyenda negra de España.
Floridalanca montó un dispositivo en
todos los frentes diplomáticos para
quejarse, digamos, de esta percepción que
se tenía de la monarquía hispánica.
Por eso llamó a Juan Pablo Forner,
a De Nina, a Labate, Cabanilles, etc.
, para que hicieran
apologías, precisamente,
de lo que había aportado
España a Europa.
Floridablanca no es un autor,
no es un pensador, es un gestor del día a
día, y por lo tanto, los escritos son
siempre escritos políticos.
Le dictó al rey Carlos III, lo que sería
la instrucción reservada, es decir,
395 puntos de gobierno, que luego fue
firmada por Carlos III.
Por lo tanto, la autoría es
de Floridablanca.
No obstante, Carlos III moriría unos años
después, en 1788, y no sin antes haber
recomendado a su hijo, el futuro Carlos IV,
que lo mantuviera como primer ministro.
Esta estatua fue donada a la Academia de
Bellas Artes de San Fernando, donde se
encuentra actualmente estatua ecuestre que
el propio Carlos IV dedicó a su padre,
Carlos III.
Con Carlos III lo que se produce es una
transición de esa monarquía de derecho
divino hacia lo que va a ser el
estado-nación que conocemos actualmente.
No olvidemos que la transición o las
transiciones las tienen que hacer
precisamente aquellos que pertenecen a la
generación que tiene que ser, entre
comillas, sacrificada por un nuevo sistema,
por una nueva organización del poder.
Y es cierto que a final de siglo se
produce uno de los hechos más importantes
de la historia de la humanidad,
como era la Revolución Francesa.
Ahora bien, la Revolución Francesa era una
novedad, y un cambio drástico de la forma
de entender la sociedad, de
los hombres en sociedad, que
lógicamente conllevaba
también una vertiente cruenta.
Florida Blanca mantuvo
una correspondencia
secreta con María Antonieta,
la mujer de Luis XVI.
En tanto en cuanto, tanto
el rey como la reina en
realidad estaban cautivos
de la asamblea francesa.
Floridablanca incluso estableció un
cordón sanitario
que consistía más que en frenar las ideas
de la revolución, en acercar las fuerzas
españolas para que en un momento
determinado, Luis XVI y María Antonieta
pudieran ser acogidos por su primo Carlos
IV.
El final de Floridablanca tiene mucho que
ver con lo que en aquella época se llamaba
la Santísima Trinidad.
Es decir, Carlos IV, María Luisa de Parma
y Manuel Godoy.
En una intriga política
en la que se aprovecharon
fundamentalmente de la enemistad
de Aranda con Floridablanca,
Floridablanca fue exonerado del poder y
sustituido por el conde de Aranda.
Pero a los pocos meses, a
los pocos meses, quien sería
detenido y encarcelado sería
el propio conde de Aranda.
Pasando así Manuel Godoy a hacerse con
las riendas de la monarquía católica.
Sabemos que desde 1794 hasta 1808,
Floridablanca estuvo viviendo en el
convento de San Francisco, en una celda,
en donde se dedicaba a escribir y sobre
todo a visitar y asesorar sobre la ordenación
territorial de la ciudad de Murcia.
Floridablanca, privadamente, era un
personaje muy religioso.
Es más, mientras
estuvo en Murcia, en los
últimos años de su
vida, estaba escribiendo.
Estaba escribiendo un tratado de teología.
Su propio padre, cuando enviudó,
se hizo sacerdote y estaba precisamente en
la iglesia donde había
vivido Floridablanca de joven,
que es la iglesia de San
Juan Bautista de Murcia.
Floridablanca quiso comprar
un cuadro para la capilla
del Santísimo y se lo
encomendó a Gregorio Ferro.
Sabemos que incluso el propio Goya se
había ofrecido, pero Floridablanca era,
en este sentido, más partidario de un
pintor más especializado en temas
religiosos y este era el caso de este
gallego Gregorio Ferro, donde se
representa el sueño de San José antes de
la huida a Egipto.
Cuando Napoleón invadió la península en
1808, la nación se levantó en armas
a través de lo que llamamos las juntas de
defensa o juntas supremas de defensa.
En Murcia eligió a un anciano de 80 años
como era Floridablanca,
en esta época lo eligió como presidente de
su junta suprema.
Floridablanca no era partidario de unas
cortes estamentales.
Él quería una junta central,
centralizadora, digamos, del poder,
que tuviera el poder para hacer frente a
la invasión francesa, aprovechando,
además, precisamente, que el rey estaba
cautivo en Francia.
Por lo tanto, la soberanía estaba
depositada en la propia nación.
Y esa junta central le nombró unánimemente
presidente, es decir, culminó su carrera
política como jefe de estado y con título
de Alteza Serenísima.
Y, precisamente, también, pues sería la
junta central la que llevaría a cabo esas
cortes representativas, a pesar de la
oposición que siempre tuvo de la regencia.
Como siempre, Floridablanca se mueve en
el terreno de lo que yo he llamado los
bypass, es decir, es la cohabitación con
el propio sistema que él mismo critica,
pero sin romperlo y sin sacrificar esa
generación.
Por eso, precisamente,
creo que Floridablanca fue elegido.
Tanto por los más radicales como por los
más reaccionarios para presidir el
gobierno que garantizara la independencia
de España.
Es decir, aquí el que podía representar la
concordia.
Este es, quizá, la mayor aportación de
Floridablanca justo al final de su vida
y, por eso, los murcianos y
los españoles deberían vanagloriarse
de haber tenido un personaje
de esta trascendencia.
Es la persona adecuada en esos periodos de
turbulencias.