Idioma: Español
Fecha: Subida: 2021-10-27T00:00:00+02:00
Duración: 1h 06m 28s
Lugar: Conferencia
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Política y poética del duelo en "La guerra que no hemos visto".

Dña. Adriana María Ruiz Gutiérrez (Profesora e investigadora de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín)

Descripción

Conferencia Facultad Filosofía

Transcripción (generada automáticamente)

Y a todos los. Poesía necesaria para ese país quienes y se. Adriana Ruiz, profesora e investiga. Humorista se dedica a Filosofía del Derecho. Es una. Jurista la principal. Críticos. Subrayar que. Extranjero y aprovechó. Proyecto. Experiencias biográficas con excombatientes. Sientes. Qué. Ce complementa. Contacto con nosotros. Un libro, libro. Qué editamos. Diana de Medellín, es un libro que está abiertos, descargar. En este caso, pues mina un acto más como un acto más en esta instancia, pues en esta conferencia te doy muchas gracias por estar con nosotros. Bienvenida y cuando quieras venir a escucharme extiendo también mi agradecimiento al departamento de Filosofía de la Universidad de Murcia , a la decana Francisca Pérez al grupo de investigación la filosofía y los procesos históricos contemporáneos por supuesto Antonio Fernández David Soto Ángel Prior Patricio Peñalver y por supuesto a un excepcional profesor y amigo entrañable a quien respeto, admiro, y quiero profundamente al profesor Alfonso ya lo dijo Alfonso, trabajó en investigación principalmente aplicada con población excombatiente en proceso de reintegración y de reincorporación en Colombia y con personas privadas de la libertad, del complejo carcelario y penitenciario. Pedregal a la luz de esta experiencia. Investigative han podido conocer experiencias de investigación análogas, como ésta que quiere presentarles el día de hoy, la guerra que no hemos visto de los artistas, Fernando Juan Manuel Echavarri y el sociólogo Manuel Márquez, que junto a 200 o más excombatientes pintaron 480 pinturas de una guerra, que no hemos visto ni escuchado todavía. Quisiera exponerles a nivel general la cuestión de esta intervención. Luego hacer algunas notas introductoria, desarrollar tres asuntos puntuales sobre el duelo y su enorme potencial ético y político en Colombia y finalmente acompañarme de algunos relatos y pinturas, especialmente nueve de esas 480 representaciones visuales y narrativos, esta intervención titula política y poética del duelo en este proyecto de memoria histórica, la guerra que no hemos visto; nuestra deflación espiritual, ante la muerte de los otros debido a nuestro, ese intenso por negar la propia muerte constituye más que un obstáculo insalvable; una oportunidad ética y política para pensar y construir otros discursos y prácticas normativas frente a la guerra en Colombia de más de seis décadas; y la destrucción de la que somos capaces y a las que estamos expuestos, irremediablemente. Sin duda, nuestros marcos normativos dependen fundamentalmente de nuestras disposiciones afectivas; ante la muerte, los demás, cuyas pérdidas juzgamos diferencial, mente como meritorias o indignas de ser según el valor o el resbalón a sus vidas. En este sentido, la guerra se entiende aquí como aquello que distingue a las poblaciones según sean o no objeto de duelo. Al respecto basta observar las imágenes y los testimonios contenidos en la guerra que no hemos visto. Un proyecto de Memoria Histórica de la Fundación puntos de encuentro de Bogotá Colombia, para advertir además de la destrucción progresiva de numerosas vías, espectrales pérdidas incluso antes de su desaparición física, el derecho a ser llorado como un presupuesto esencial para que todavía importe aquí se importa. En Colombia ha habido más de 9.000.000 de víctimas entre 1996 a 2016, más de 18.600 niños y niñas reclutadas forzosamente entre 1990 a 2021, más de 4.300. Excombatientes asesinados, aquí la cuestión del duelo, como condición esencial para pensar en un futuro distinto al eterno retorno de la violencia homicida, de la guerra, que devora sin tregua aquellos que pueden dañarse y perderse porque no están suficientemente vivos para los demás. Esta idea tiene como sustrato integral las reflexiones de así como las experiencias de aquellos que participaron en la guerra colombiana. Quienes iluminan un trozo de la vida y la muerte de otros que no dejan ninguna huella pública salvo en estado de representaciones visuales y narrativos. Esta imagen es icónica en esta presentación, porque aquí hay una manera, otra manera de singularizar y registrar poblaciones dañadas destruidas, que desde el principio están hechos para soportar la carga de la violencia en las Jornadas despejar precisamente ese concepto de vida, porque estos combatientes y excombatientes que han sido asesinados son intercambiables desechables, son meras ruede, sillas en grandes aparatos y máquinas de guerra, sabemos de ellos, y, de estos dos nombres José y Jorge vidas, sin registro, sus familiares no saben dónde están, no entran en la esfera pública porque no están registrados solamente sabemos de ellos a través de esta siluetas que otros excombatientes registran sobre ellos, de ahí la cuestión definitiva a estas representaciones visuales y narrativas que una vez más singulariza registran esas poblaciones, pérdidas que desde el principio son concebidas como no vidas, precisamente porque están golpeadas de forma histórica por una violencia, incluso generaciones, no nacidas todavía que los instrumentalizan o reclutan a listas. Los visten de verde militar y de acero, precisamente, como parte de esas ruedas, sillas o maquinarias, intercambiable desechables destruir, porque hacen parte del movimiento mismo de la guerra, solamente a partir de estas representaciones visuales. Podemos conocer percibir sentir esas vías perdidas sin estas representaciones no sería posible. Quisiera servirme de dos relatos. Este es el epítome. La guerra colombiana de esas pérdidas. No vidas de esas vidas no duela para ser constatar una vez más esto que quiero expone el día de hoy, novia una excombatiente estas pinturas están respaldadas con algunas narrativas. Quisiera abrir un paréntesis. En Colombia, la mayoría de personas reclutadas en el conflicto armado han sido menores de edad desde los ocho hasta los 16 años la mayoría no saben ni leer ni escribir, el 75 por 100 son analfabetos y el 90 por 100 tienen una situación postraumática que ilusiona su capacidad narrativa, de ahí la importancia de este proyecto enseñó a pintar y a través de la pintura, a narrar esa experiencia de horror que, insisto, ni siquiera nosotros conocemos de forma directa qué dice. Nubia. En estos. Las representaciones visuales, los cuerpos de la profesora y ellos los hicieron enterrar hay en la isla que era una isla, eso hay, era el Montecito, así como una isla hay, los hicieron enterrar fue, obviamente, el esposo de la profesora tuvo que dejar a su esposa y al sobrino e irse, sí; porque no había más de otra, porque sí obviamente que si a ellos en Lisboa, para hablar, para que lo dejaran, no haya, no le dijeron que lo enterraran ahí y ya porque si fuese así para dejarlos, para que dejarlos enterrados lo hubieran dejado, pero ellos no, como eran, no nos dejó, no dejó que lo sacaran de ahí los hizo enterrar ahí hay en la isla y ellos quedaron en ideal, así quedaron ellos dos desaparecidos, sí la mamá ni la familia. La profesora nadie pudo reclamarlos, no pudieron hacer nada. Quién iba a reclamar una zona guerrillera, pura, ya todo es otro relato, un ex combatiente. La familia ni siquiera se da cuenta qué pasó con ellos. Entonces, ese fue el nombre que le di. No sé qué pasó con el cuerpo de lo que sí supe fue que se ponen ahí como están. Eso fue lo que pasó con él y con ellos no sé qué hicieron con el cuerpo, como siempre se hacían con los cuerpos por allá quedan en la maleza entre la montaña. Quién sabe dónde lo habrán dejado? Por ahí en un hueco. Uno no tenía como se dice La 1. No sabía muchas veces que pasaba con los cuerpos. Por eso el título de la obra nadie pregunta por ellos, porque puede que las familias se pregunten, pero a quién entonces no haya quien preguntarle no se sabe dónde quedarme. Amo, ubicación preliminar, la guerra de seguro; el caso límite de lo humano, que es igual el motivo para examinar de nuevo lo humano, porque la misma y sin de palmariamente las vidas dignas meritorias de ser en términos más exactos; la guerra produce ciertas muertes lamentables y otras pérdidas como posibles y a ni las he aquí el propósito de esta reflexión que medita sobre el derecho al duelo, atendiendo a nuestros afectos de satisfacción horror indignación culpabilidad pavor piedad ante la propia pérdida así como la muerte violenta el uso de otros. En este sentido el derecho más que un conjunto de obligaciones hacia otros, sin lo cual las prerrogativas legales no son más que retóricas vacías exige ciertas disposiciones afectivas hacia el mundo compartido, especialmente ante el dolor por la muerte, los otros, porque sin capacidad de suscitar condolencia no existe vida alguna o, mejor dicho, hay algo que está vivo pero que es distinto a la vida. En palabras precisas, la guerra distingue ciertas muertes, que son lloras, de otras que resultan y meritorias de duelo y de melancolía. De manera que la muerte es valorada. Según los afectos diferenciales que producen ciertas poblaciones. Tutela hables y otras menos preciadas como vidas. Por supuesto, el reconocimiento de una muerte susceptible de ser implica, naturalmente, y por razones lógicas, la protección de una huida desde el principio hasta su desaparición. Aquí no hay control argumento válido porque, tal como lo advierte, va solo en unas condiciones en las que pueda tener importancia la pérdida, aparece el valor de la vida, no existe duda de que nuestra disposición es afectivas. Ante la destrucción, determinan a su vez nuestra actitud espiritual y normativa ante la vida del uso; otros, así como las maneras de vivir de amar y de morir, nos permiten reconocer que somos y que hemos sido en el sentido de una comunidad política, dice Merlo. Nuestros afectos ante la pérdida de los demás descubren nuestra doble posibilidad de futuro, según el eterno retorno de la destrucción o, en cambio, la asunción de la responsabilidad colectiva ante las innumerables muertes violentas. En este sentido, el duelo público contiene un enorme potencial para reorientar normativa y políticamente en una dirección distinta a la espiral de la violencia que no cesa el sufrimiento y la muerte de poblaciones enteras al respecto. Nos inquieta con su pregunta tan apremiante como profunda para entender nuestro presente, por lo menos me presenté mi contexto. Qué beneficio puede obtenerse del duelo de prolongar la pena de quedarse expuestos a su carácter insoportable y no tratar de resolverlo por la vía de la violencia? Sin duda la inclusión del duelo en la esfera pública más exactamente la capacidad de una vida para ser, nos permite pensar y reconocer las numerosas vidas que hemos perdido, consideradas históricamente, como indignas de ser de manera que el duelo nos permite afirmar además de la vulnerabilidad que nos constituya y nos expone a lo largo de la vida respecto a la violencia y a todas sus formas de desposesión, que ciertas muertes son más dolorosas que otras, lo que conduce a la Mata habilidad continua de amplias masas espectrales, no hay duda de que el reconocimiento de que las cosas y las personas pueden ser dañadas y destruidas originan nuestras respuestas afectivas, particularmente nuestros sentimientos de horror y de melancolía de satisfacción y de sadismo, así como nuestras respuestas normativas a propósito. La dramaturgia griega nos revela una especie de herida abierta debido a nuestra vulnerabilidad antológica circunstancial y al mismo tiempo diferencial ante la guerra y sus formas de expresión de la vida, la tragedia imita en efecto la acción del hombre en sus relaciones con otros, al igual que sus desenlaces mediante el pánico, la violencia y la destrucción, los persas de Esquilo, representan el mejor ejemplo de las circunstancias espantosas y lamentables de la guerra, que devora la vida de los jóvenes, persas; ciudades enteras incluyendo Atenas la victoriosa, con extraordinaria grandeza, la ciudad griega entona el nombre de cada uno de los hombres de los persas fallecidos, sus enemigos vencidos, despertando en sus ciudadanos las emociones de pavor y de piedad por los acontecimientos dolorosos mortíferos y violentos de otros que no son como nosotros. Esa pieza teatral. Nos enseña así cuán frágiles son nuestros vínculos, así como el poder del duelo. Ante la eliminación física de los otros. Al igual que en el teatro griego, en la obra artística la guerra que no hemos visto un proyecto de Memoria Histórica en Colombia, desarrollada por Juan Manuel Echavarri y Fernando adscritos a la Fundación puntos de encuentro en Bogotá los excombatientes relatan, pertinaz mente, la destrucción de los otros, sus víctimas y sus compañeros combatientes, evocando sus nombres de si registrando singulariza dando esas pérdidas, sin registro, insiste una vez más las que no, si no existieran fundamentalmente estos marcos visuales, ellos evocan los nombres y lamentan sus pérdidas este proyecto de representación visual y narrativa que surgió de la idea según la cual las manos que hicieron la guerra también la podían pintar con 480 pinturas realizadas por excombatientes de las Autodefensas Unidas de Colombia a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, farc incluyendo un grupo de mujeres, el Ejército de Liberación Nacional, y los soldados heridos en combate, el Batallón de Sanidad del Ejército colombiano. Ellos los pintores, excombatientes, son, muchos eran jóvenes entre 18 28 años pertenecientes al oriente anotó que año, Caquetá, Putumayo, Cauca y Nariño territorios históricamente disputados por los grupos armados. El duelo constituye uno de los elementos esenciales en estas imágenes, y relatos vividos por los excombatientes, aquí la importancia definitiva y el objeto de esta presentación. Basta escuchar tan solo uno de los testimonios para advertir la fuerza ética y política que oculta respecto a las vidas perdidas de otros quienes permanecen anónimos para la mayoría, si situ nadie va a hablar de ellos sino por medio de esta pintura. La única forma que se recuerda es así; quería que esto no se fuera quedar en el olvido para la historia de la montaña, sino también del recuerdo real, de un hecho que pocos o nadie lo va a contar de otra forma, como lo estoy diciendo yo, Carlos, Mario, excombatiente, las fuerzas Unidas de Colombia. Esta ponencia, que se sirve las reflexiones de a propósito del poder del duelo, tiene como propósito evocar y presentar algunas pinturas y narraciones en el proyecto La guerra, que no hemos visto puesto que hay aquí; se crean las condiciones cognitivas y afectivas para admitir, además de la distribución diferencial del duelo propio, de la división entre vidas dignas y meritorias de protección, vidas humanas y no vidas aspirantes a lo humano obligados a vivir a morir extra legal y extra-humanamente, el enorme potencial del duelo público como medio de evaluación y de oposición a la destrucción violenta que no cesa. El desarrollo de esta exposición consta de tres partes, incluyendo la presentación de nueve pinturas y relatos recreados por excombatientes primer punto, la cuestión de la estructura de un año. La fuerza, la no violencia, un texto publicado en 2020. La autora plantea una vez más la cuestión sobre la destructiva, sin resolver aún en la filosofía política y la teoría social. La aniquilación entre unos y otros, constituye un impulso, un rasgo de las comunidades humanas. La destrucción es producto de la violencia. Nuestros sentimientos primitivos ante la propia vida y la muerte de los otros o de la interdependencia que nos constituye la destrucción nos amenaza o nos cohesión. Sin duda, la pregunta, por el daño que a otros admite actualmente una doble aproximación. De un lado nos obliga a reconocer el hombre primordial que nos habita, quien niega la propia muerte afirmando, en cambio, el deseo y la posibilidad de matar a otro Freud y de otro lado. Nos exige aceptar nuestra reciprocidad con la pluralidad, sin la cual no podemos persistir ni sobrevivir y ahora basta observar, dice Sigmund Freud al hombre primordial, que adoptó frente a su propia muerte tan singular como reprimida, una actitud radicalmente distinta respecto a la de los otros, los extraños o los enemigos. En principio, la aniquilación de lo distinto lo odiado era deseado y permitido para ser apasionado que se matar asumiendo como un hecho natural. Posteriormente, el hombre primordial sufrió la pérdida de los suyos, imaginando así su propia muerte hasta ahora. Inconcebible. La destrucción de si penetró la propia conciencia. Desde entonces, y con el propósito de aliviar el sentimiento de la realidad, de la propia destrucción, el odio ante el enemigo, muerto el dolor ante el cadáver amado y la angustia frente a la propia desintegración. El hombre, claro, el primer mandamiento ético no matarás. Según esta norma que surgió como reacción contra la satisfacción del odio, y el sufrimiento ante la pérdida de los seres queridos, se extendió después al extraño no amado y finalmente al otro hostil. Desde entonces, los espíritus de los enemigos muertos constituyeron los remordimientos del matador; sin embargo dice. Bajo esta necesidad de, por el asesinato de un hombre se oculta una sensibilidad ética que nosotros los hombres utilizados hemos perdido en efecto esta posición ambivalente ante la pérdida violenta de la vida que domina nuestro pasado. También prevalece nuestra actualidad. Aquí la cuestión crítica. La guerra produce, además de un tratamiento diferencial entre la vida, tutela una deflación espiritual ante la muerte. Basta observar nuestra actitud frente a las muertes innumerables de poblaciones enteras, cuyo número, ya poco importa. Cuando leemos noticias sobre vidas perdidas se nos dan cifras, pero éstas se repiten cada día y la repetición parece interminable, irremediable, ahora cómo era la guerra frente a esta doble interpretación de la muerte propia y ajena, la propia vida y la del otro, la aniquilación complaciente de la existencia ajena, apareció una vez más otra vez en nuestros impulsos, incentivos, objetivo a dos en múltiples maneras, a oficinas, porque esos a los que nosotros matamos, no son del todo humanos, no son del todo vidas, lo que significa que no sentimos el mismo horror y la misma indignación ante la pérdida de sus vidas. Entonces, si nuestra actitud reprimida ante la muerte violenta se libera progresivamente, los padres normativos exacerban, la guerra, la precariedad y la destrucción, qué podemos hacer ante la muerte violenta de otros que reflexiones afectos, prácticas, éticas y políticas nos permiten aprender y reconocer las vidas perdidas? Hasta este punto de la exposición resulta evidente que la guerra produce, además de un tratamiento diferencial entre la vida, tutela, hable y Mata hable nuestra inflación normativa respecto a la vida de unos y nuestra deflación ante la muerte, otros en términos más claros. Nuestra actitud frente a la muerte violenta de unos determina nuestra disposición respecto a la vida del resto. En este sentido, frenar la destrucción constituye una de las afirmaciones más importantes que somos capaces de pronunciar en este mundo la afirmación de esta vida atada la nuestra y el reino de lo viviente, aquí la importancia de los marcos de la representación de la guerra colombiana, visual y narrativa recreadas por los excombatientes que no hemos visto ni escuchado todavía, ya que registran una y otra vez la eliminación violenta de aquellas vidas aún desconocidas para la mayoría, introduciendo en la esfera pública un trozo de sus vidas. Como en aquí una silueta un nombre, un apodo, una fosa común, no cabe duda de que en las representaciones de aquellos que participaron y sobrevivieron a la guerra está explícita la cuestión de llorar, la pérdida de una vida expuesta a la no vida desde el principio vidas precarias y, por lo tanto, y no duela, en palabras más precisas, la vida perdida amplias poblaciones espectrales para la mayoría, se constituye el objeto de duelo público. Estas imágenes y narraciones de los excombatientes, quienes introducen entre nosotros una huella de dolor aunque parcial, mutilada y enigmática esta inclusión es altamente disruptiva, y también subversiva, porque nos permite advertir, además de la flagrante sesión entre vidas meritorias meritorias de ser vividas o lo que es igual muertes lamentables y muertes anegadas, la precariedad de amplias poblaciones golpeadas incesantemente por la violencia homicida de la guerra y las demás formas de exposición; veremos un padre y un hermano asesinados por extender drogas y un hijo menor en la guerra, dos primos, en la guerra uno de ellos muere a manos de otro, un combatiente sin nombre descuartizado, un grupo de excombatientes que, como muchos yacen en una fosa anónima, las pinturas y los relatos nos permiten reconocer las condiciones de ciertas poblaciones que adolecen de condiciones, infraestructuras de apoyo y acogida y, por lo tanto, de poblaciones que están más expuestas a los daños. La violencia y la muerte, siempre en grave peligro de ser destruidos. Colombia es muy usual. En una familia existan tres combatientes de grupos armados distintos de esa Colombia profunda, profundísima, que no conocemos de esas ciudades caseríos impensables poblaciones impensables que, por lo tanto, son más susceptibles de ser captadas. Reclutadas-no solo una vez -sino muchas veces después de su huida y de su desmovilización. Esa pintura se llama The Way Noah, malo realizada por Juan Carlos y excombatiente de las Autodefensas Unidas de Colombia. Juan Carlos ingresó a los 16 años a la organización. Yo nunca voy a olvidar ese rostro. Cuando ella me miraba a los ojos y me que no la matara, mi padre fue asesinado por las autodefensas, él era un expendedora de bullicio y fue sentenciado cuando asesinaron a mi papá. Yo tenía 12 años. Eso ocurrió en 1994 en 1992, las también ajusticiar a un hermano mío, que también era expendedora de drogas. Yo me uní a las porque hay un dicho muy mental que dice. Cuando no puedes con tu enemigo, únete a él todo el que estén en la guerra es porque está peleando con la muerte. Es un juego un laberinto en el cual se encierra uno con la muerte, tratando de esquivarla por un lado y por el otro cada vez que despertaba y veíamos el amanecer. Lo único que podíamos hacer era darle gracias a Dios por esta oportunidad que nos daba de poder ver un nuevo día. Porque un día más era un día menos que a mí que a muchos de mis compañeros les tocó vivir. Obligado a convertirse en criminal. es la pintura de la que hablaría profundidad en las urnas. Del tres de noviembre realizada por Nubia en 2008, a diferencia de Juan Carlos Nubia, excombatiente, las Fuerzas Armadas, Revolucionarias de Colombia, farc. En este recuadro. Esta soy yo, este es Fermín que está al frente, y este pues el que está en el hueco es muy recurrente, el tema del hueco, la fosa, en todos estos relatos y pinturas que están el hueco es mi primo. Veto yo llevaba ingresada con mi primo de tu ella ingresa a 16 años veto a los 18. Resulta que mi primo tenía paludismo, a él, le tocaba pararse, a prestar la guardia, y él ya llevaba dos meses que no se paraba, o sea de su poesía; lo agarraron, el comandante, dio la orden y duró tres meses amarrado mi primo gueto y a mí me tocó prestar la guardia de entonces. me dijo veto porque no nos porque no me suelta y nos volvamos los 2, pero llegó Fermín estaba escuchando y vino y le comentó al camarada Antonio que se pensaba y que yo lo pensaba. Le hicieron un consejo de guerra muy recurrente también en estas narraciones y a los ocho días fue que el comandante dio la orden para que lo fusilaron. Sabemos de los consejos de guerra, a través de estas. Narraciones. Los combatientes votan. La suma de la votación determina. Si sobrevive o no, en este caso los compañeros de veto votaron por la sobrevive; sin embargo, el comandante dijo. No, el comandante dio la orden Nubia; usted debe matar a veto, me daba muy duro matar a mi propio primo. Yo lloraba yo me quería matar y veto. No me dejaba él, no me dejo yo ; dure ahí como una hora y el antes de caer esa silueta que vemos ahí de la que insisto no sino fuese pureza representación visual el mismo sea Custo como usted lo pueden apreciar allí allí para que yo lo matara y él decía. Haga lo prima, a mí me tocó hacer el hueco y enterrarlo. Esta pintura se llama la experiencia de la escuela, realizada por Andrés en 2007 excombatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, andrés ingresó aludes y ocho años aquí fue, cuando yo ingrese a las autodefensas, esto era una escuela, donde estudiaban los niños aquí una tienda aquí donde nos entrenaban ya, cuando era la hora de la comida. Nos mandaban para la casa, allá comíamos y volvíamos ahí y formábamos otra vez todo el día entrenamiento, y así la pasada, una vez se nos voló un compañero. Y cómo lo cogieron, nos llevaron a dos un comandante. Lo vivo delante de nosotros para que viéramos cómo eran las vueltas en las autodefensas. Yo esa noche no dormir pensando en eso viendo uno ahí como descuartizada, otro, el pelao tenía por ahí sus 18 años. También. Consejo de guerra se llama esta pintura, realizada por Diego en 2007 excombatiente de las farc que ingresó cuando tenía 12 años. Estos son unos compañeros de nosotros que se fueron para el pueblo, se pusieron a tomar cerveza y allá pues comenzaron a votarse. Si miran ya está tirar tiros al aire, y eso no se puede permitido. Si mira ni el trabajo ni nada. Entonces puede, una vez mandaron a una escuadra la orden de matar. Esta son puras puras fosas comunes, Zinemira es la tercera, es que nos inquieta con esa pregunta. Si mira habíamos abierto, a mí me tocó hacer los huecos y me tocó matar a 1, lo ponen a matar a los compañeros para que uno se dé cuenta que cuando la calle así también le va a pasar a uno si mira entonces usted anda derechita por dónde. Vidas y merecedoras de duelo, la aprehensión y el reconocimiento de la muerte del otro envuelve, la máxima según la cual su ausencia implica nuestra propia historia perdón, destitución quién soy sentí preguntáis Antígona, anticipando la idea de nuestra existencia compartida; si sobrevive solo porque mi vida no es nada sin la vida que me sede, que se refiere al Kun, tu sin el cual yo no puedo ser así; las cosas desde el nacimiento hasta la muerte, la dependencia del. Yo respecto a los tuits resulta incuestionable; ninguna medida de seguridad va a impedir esta dependencia, ni hay acto de soberanía que por más violento que sea puede liberar al mundo. Este hecho las consecuencias éticas y políticas de este reconocimiento resultan evidentes. Si bien el rostro, el otro, alienta nuestra pulsión asesina también origina nuestro deber de acogida y de cuidado, en términos de o leer. Aquí reside la base de otra respuesta no violenta frente a la destrucción, así como una teoría de la responsabilidad colectiva. El primer impulso frente a la vulnerabilidad del otro es el deseo de matar. La interconexión ética consiste precisamente en militar contra este primer impulso en palabras y analíticas. Eso significa sustituir el ideal de matar por el deseo interno de suprimir la agresión y el sentido de prioridad. Ahora el reconocimiento de nuestra interdependencia implica, pues, la doble respuesta ante la agresión o la responsabilidad, ante la destrucción, en palabras más claras, nuestra exposición a la violencia, prolonga la aniquilación o suspende la fatalidad de la revancha, el rostro; el otro, constituye una apelación al No matarás, y a la paz también en la simple vulnerabilidad. Del otro, lo que se vuelve una tensión asesina. Indudablemente la guerra contra la guerra, como acontecido en Colombia, exacerba nuestra común vulnerabilidad mediante la inmunización, de algunos y la exposición de los demás. Insiste una vez más ese respiro no duela en tanto quienes pierden progresivamente su condición de humanidad y, por lo tanto su aparición y su actuación en el mundo de los hombres. Así que la destrucción de estas vidas espectrales no deja huella en la memoria del uso, otros, porque sus vidas ya estaban perdidas para siempre o porque nunca fueron. Sin embargo, siempre hay una posibilidad de advertir una sombra de vida en la oscuridad, tal y como acontece, con las imágenes y las narraciones de los excombatientes que registran ciertos nombres y cuerpos que no han existido históricamente. Para nosotros un proyecto muy bello a principios de la crisis del cielo en Estados Unidos, proyecto que versaba, precisamente, en dirigir esos nombres que eran tachados como nombres vergonzosos, porque estaban asociados a la vergüenza del sí a la homosexualidad, a la promiscuidad y a la drogadicción; y este proyecto es rehabilitar los nombres de registrar de singularizar los nombres, es otra cosa, sino esto mismo que apreciamos en esta pintura y en estas nueve pinturas que les he mostrado, esas vidas, que son pérdidas y las que no, sino existieron precisamente estos marcos visuales y narrativos. De hecho, hay vidas perdidas, incluso la de los propios excombatientes. Muchos ya han sido asesinados, y de ellos solo quedan estas pinturas de una vida de la que podemos saber con user percibir sentir su, pérdida únicamente a partir de este proyecto de memoria histórica. Aquí en estas representaciones visuales y narrativas aparece la destrucción de las víctimas también de los excombatientes. No se trata a lo largo de la exposición, por supuesto no ha sido mi intención, la de absolver o justificar el delito. Cada uno debe hacerse cargo de la responsabilidad de sus actos, sino más bien de comprender precisamente esa debilidad, esa que a mi modo de ver es lo que constituye precisamente el factor de la destrucción de una guerra en Colombia que no cesa y que destruye poblaciones enteras más que el narcotráfico insisto, es precisamente una población impensable que como impensable facilita precisamente el funcionamiento y la progresión de la guerra justa fue justamente las formas de destrucción, prolongan una manera de diferenciar la vida entre, por un lado, las que son merecedoras de ser lloras cuando se pierden y, por otro, las que no son del todo vida ni del todo valiosas, reconocibles o dignas de duelo. Por eso, es posible reclutar en menos de 20 años en los registros de un país que no tiene cultura estadística, más de 18.000 niños y niñas y a pesar precisamente de la desmovilización de las no cesa el reclutamiento, y precisamente no cesa y es posible esta cooptación obligatoria una y otra vez porque son vidas, no valiosas vidas, no meritorias para el resto. Nuestra actitud ante la muerte violenta algunos nos revela el mérito o el valor asignado a la existencia del uso. Otros. El creciente número de excombatientes asesinados en Colombia constituye el mejor ejemplo de muertes carentes de valor según la jurisdicción especial para la paz, que fue creada por el Gobierno nacional a partir de los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias en el 2016 entre el primero y el 24 de enero en 2021, cada cinco días, un ex guerrillero fue asesinado; sin embargo el número creciente de asesinatos es equivalente a las numerosas barreras que aseguran la espectral edad de cientos de novios. Vas a observar los informes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, entidad responsable de la producción de estadísticas oficiales en Colombia? Que nos dice que el 46 puntos de los colombianos no quisiera tener debe sino a un excombatiente y el 49 no estaría dispuesto a trabajar con un desmovilizado por esta razón, la pérdida de las vías sin meritorias no genera ningún dolor ni espanto, sino más bien la actitud triunfalista del hombre primordial que nos habita la violencia contra aquellos que no están, lo bastante vivos, esto es vidas en un estado de suspensión entre la vida y la muerte deja una marca que no es una marca, no habrá ningún duelo; la aniquilación se hace posible y deseada, va a observar las fantasías militares que actualizan por doquier los sentimientos de heroísmo y de invulnerabilidad ante los demás, que son tan frecuentes en Colombia, que pueden ser destruidos en nombre de nosotros y de aquellos que no son como nosotros. Del mismo modo, las representaciones contenidas en la guerra, que no hemos visto, nos permite advertir las vidas seleccionadas y destruidas en tanto poblaciones que ya no son vidas sino amenazas a la vida, incluyendo, por supuesto, la aniquilación de los mismos combatientes. Así las cosas, nuestras disposiciones sensibles ante la muerte, otros dependen a su vez de nuestros marcos de percepción y reconocimiento y lo humano la importancia de este proyecto. En la medida en que hace se titule la pérdida, la guerra delimita el valor y el valor de la muerte y la paz, sus marcos de representación oriental, nuestros afectos de pérdida duelo, melancolía culpa, sadismo justificado satisfacción, indiferencia por su parte, la guerra que no hemos visto hace aparecer y circular, la muerte violenta, que las poblaciones perdí Nules, que ya estaban desahuciadas incluso antes de su propia destrucción, a diferencia de la lógica actual, que racionalizar la pérdida de tales poblaciones para proteger la existencia de los vivos, los excombatientes en sus pinturas y en sus relatos rememoran aquellas vidas en señal de duelo rehabilitando su nombre y su muerte reuniendo los despojos de una vida y desplegando públicamente el reconocimiento de esas pérdidas cuyas condiciones sociales y políticas concretas estaban marcadas, o lo marcaban como no vi. Muerte, a profesora por sus pecho, es una pintura de Alfredo en el 2008, un excombatiente de las farc que ingresó a los 16 años acontece que esta es la profesora de la escuela, la escuela, La Cana, de La Flauta; Caquetá y para allá por ese lado donde ella estaba enseñando se manejan unas reglas muy claras por parte de la guerrilla. Ella no obedeció, le dijeron que no, que ya no siga las órdenes de Josep, porque ya era del otro bando o sea, paramilitar, siempre hay una sospecha. Ella salía llevar información de ellos al uso de otros. Entonces la cogieron, la llevaron y la amarraron aquí donde miramos este árbol, ahí la amarraron y la tuvieron tres días y se la llevaron. Esto se llama horca. Derrumbes, sueños y patrimonios es una pintura, de 2008 también es combatiente. Las farc ingresó a los veintitres años esto es por el río Caquetá, en un caserío que se llama paralizadas la guerrilla decidió hacerles un seguimiento a algunas de las personas que vivían ahí en esas encontraron a un señor Fabio plazas; se llamaba rehabilitar el nombre, hombre era carnicero el rumor que el señor era paramilitar, ese señor tenía tres hijos varones y una niña y vivía con una señora. Se autorizó, que tenían que matarlo a ese señor lo mataron a las seis de la tarde. En el pueblo todo el mundo miró que lo mataron, me pegaron unos tiros de unos tiros grandes, le partieron la cabeza, a los dos días de haberle enterrado reunieron a la gente del pueblo, reunió el comandante, marcial y les dijo que iban a morir muchos más. En ese pueblo no quedó nada; dejaron todo votado; quedó un pueblo fantasmas. La primera vez que escuchaba el nombre de ese pueblo a partir de este relato. Tortura, muerte anunciada, una pintura de Marta, en 2009 excombatiente de las farc ingresó a los 14 años. Esto queda cerquita, un pueblecito que se llama. Esto fue una historia que pasó con una señora. Ella tenía un restaurante y allí era donde nosotros comíamos y la señora ya la tenían fichada de que ya nos colaboraba. Entonces le dijeron, miré que los paramilitares la tienen lista a usted porque usted les colabora a la guerrilla. La señora no creyó y los paramilitares estaban haciendo un retén. En el puente, esta señora como la encontraron, en lista le mostraron la cabeza delante de nosotros. Ahí nosotros, mirando lo único que nos salvó ese día, no me tenían lista, y nosotros nos llevábamos armas, no, llevábamos nada la cabeza. La tiraron al río fue lo único que dio alcance, a ver cuando le tiraron la cabeza al río. Tortura a un ser humano, una pintura de Henry en el 2007 excombatiente de las farc, ingresó a los 18 años, consciente o inconscientemente a usted no se le sale la cabeza nunca cuando comencé a pintarlos. Sentía como no sé cómo, como se acuerda uno de la persona, uno se acuerda las facciones del hombre y todo le da una, pero el hombre tenía su familia, me imagino, también era un ser humano, le da uno como algo. Siempre le da uno duro recordar las cosas. Esas cosas siente uno como un vacío en el corazón. No sé algo remordimiento, se puede decir cierto. Remordimiento el blanco y negro, como si fuera un recuerdo triste como si fuera algo que yo no quisiera recordar. El poder efectivo, el duelo, qué ocurriría si los muertos en las guerras en curso fueran llorado de una manera igualmente abierta; por qué no se nos facilitan los nombres de todos los muertos de la guerra en sentido complementario, como cambiaría nuestro espectro político y afectivo sobre la guerra, reconociendo que la misma se define en virtud de la distinción entre poblaciones meritorias meritorias de duelo, lo el duelo público constituye una cuestión de enorme importancia desde el período clásico griego hasta nuestra actualidad, basta recordar la tragedia del dramaturgo griego, Esquilo para advertir otras maneras de aprehensión, y reconocimiento de las vidas destruidas o dañadas como consecuencia de la guerra. Esta obra trágica, más histórica que mitológica, narra la derrota de los persas, en su lucha bélica contra los atenienses, de manera que la destrucción, y no la gloria o mejor aún, el duelo, y la melancolía por las pérdidas persas constituyen los ejes medulares de esa composición griega el canto de victoria es un peón más a la tragedia. Le corresponde el canto de dolor por los caídos en palabras de Carlos García -Gual, Esquilo, conmemora así la batalla decisiva de la ciudad de Atenas contra sus antiguos adversarios, representando la trágica catástrofe por los vencidos, que son los otros; los otros que no son como nosotros los persas los atenienses victoriosos cantan, pues el dolor de los persas, los vencidos, un triunfo, por supuesto más moral que militar aquí el enorme valor de esa composición griega que nos enseña acerca de la muerte del otro, reconociendo nuestra propia destrucción. El escenario simula el Palacio de Susa capital de Persia, donde los ancianos también llamados fieles, aguardan noticias sobre el retorno del rey de Persia quien ha caudillo el gran ejército de contratenor. Dice. Esquilo. Todo el vigor de la Juventud en Asia ha partido dice el coro. Marcharon dejando tras ellos Susa y y la fortaleza antigua de Desisa unos a caballo, los otros en naves y a pie, los soldados de la infantería formando una masa compacta de tropas de guerra, el coro evoca, cada uno de los nombres de los 55 jefes de las ciudades que mandaron a sus hombres a la guerra. Incluyendo a los países vinculados al imperio de Georges kilos, tal flor de barones de la tierra persa, se ha puesto en camino toda la tierra asiática, que antaño los criar a gime por ellos, con intensa nostalgia, padres, esposas, contando los días tiembla ante un tiempo que se va dilatando; seguidamente un mensajero entra en la escena notificando a la reina madre aftosa, esposa, el difunto rey Darío y madre, entre otros de Georges su primogénito, sucesor en el trono de su padre y al coro de ancianos sobre la derrota de Persia, la flor de los persas ha caído muerto. Entonces, los ancianos exhortan a los otros a llorar públicamente a sus muertos dolorosa dolorosa desgracia repentina y desgarradora pero esas llorar de hoy este dolor lanza un grito de pena en honor a los desgraciados un grito de dolor odioso si Atenas para los que sufrimos esta desgracia tengo en verdad derecho a mencionar las muchas mujeres de Persia que sin ninguna utilidad han dejado sin hijos y sin marido. El ejército persa ha sido aniquilado por las escuadras griegas, la juventud persa, ha desaparecido mientras los suyos prefieren un grito pleno de duelo. Ante los espectadores griegos que asisten a la obra responde al coro que pregunta por cada uno de los soldados persas todos todos están muertos han muerto si todos han muerto los persas han sido aniquilados por los atenienses que, pese a la victoria prefieren, dramatizar su duelo, el triunfo militar, y más particularmente moral de los griegos, sobre el imperio de Oriente, el lamento de los vencidos, es coro coreado por los vencedores quienes se interpretan a sí mismos a través de la representación griega. Las escenas de dolor por la pérdida de los guerreros persas sustituye así el festín de la victoria, ateniense, de ahí la enorme autoconciencia pública producida por la tragedia, así como su gran número, perdón, su gran poder afectivo respecto a la destrucción de la vida. En palabras de Eto’ o, esto explica quizá el gran temor de Platón respecto a los poetas que, según él debían ser expulsados de la República. Ahora porque el filósofo de las ideas temía, tanto a la ciudad en términos debacle del filósofo griego, advertía el riesgo, el espectáculo trágico puesto que los ciudadanos sentirían; pesar por las pérdidas que habían representadas y dicho duelo abierto, y público. Al trastocar, el orden y la jerarquía, el alma desbaratar y el orden y la jerarquía de la autoridad política. La tragedia es un arte político que representa a la ciudad sus divisiones, sus conflictos y sus crisis. Todo lo que la amenaza hasta el punto de definirla así mismo, el drama griego, representa los caracteres humanos que se dibujan a través de la acción y la palabra. La felicidad y la desgracia. Los sucesos temibles y los acontecimientos dignos de compasión los persas ponen en escena precisamente la destrucción como riesgo en nuestra sociabilidad y, al mismo tiempo, el duelo, como gesto de responsabilidad colectiva por un mundo compartido. Al igual que la dramaturgia griega, donde el duelo hace posible la vida porque reconoce nuestra interdependencia, sin la cual no podemos existir como comunidad política, el marco de representación visual y narrativa de la guerra, que no hemos visto, advierten el duelo, un enorme potencial político a la manera de una protesta, los excombatientes pintan y narran escenas asociadas a las pérdidas de aquellas vidas que no debieron perderse en la guerra, incluyendo la de sus propios familiares, y la de ellos mismos vidas, que aparecen sólo ahí aquí puesto que permanecen in vistas, audibles en la esfera pública. La condición esencial del duelo es, pues, la afirmación de que una pérdida humana es lamentable. Decir que la vida es digna de ser, llora porque es reconocida como vida claramente. La reacción del dolor ante una existencia destruida implica su asunción y su afirmación como vida humana. En cambio la aniquilación de aquellas poblaciones catalogadas de peligrosas cuyas vidas constituyen meros espectros amenazantes para la mayoría pierden su derecho a ser llorado porque no son considerados como vidas sino en cambio, como sujetos, en palabras de lo que sentimos, está en parte condicionado por la manera. Cómo interpretamos el mundo que nos rodea la manera cómo interpretamos? Lo que sentimos puede modificar y, de hecho, modifica el sentimiento como tal, nuestros esquemas afectivos sobre lo real. Nos exigen un giro ético capaz de subvertir la división entre muertes lamentables y muertes placenteras a fin de proteger la vida y llorar su destrucción. La sombra de la muerte, una pintura del 2007 John ingresó a los 16 años a las esto fue en el Bajo Cauca nos llegó una información que nunca sería había uno subversivos, nos tiramos por ahí dos o tres días para llegar, allá solo había una mujer y cinco subversivos, estaban montando la comida, ya se estaba tapando el sol se estaba acumulando, eran por ahí las seis de la tarde. Me acuerdo de que había una cascada. Pusimos la-m 60 Luis, me impresionó mucho, la niña subversiva, cuando bajamos, y la vi porque la cogió, la mecha ametralladora y la vuelve o nada me dio mucho pesar. Era una niña que tenía 15 o 16 años. El último, la última de las imágenes, el velorio de la niña guerrillera, una pintura de Carlos en el 2009, Carlos ingresó a los 18 años al eln, perdón, el Ejército Nacional, el Ejército regular. Esto fue en Arauca entre el 2013 el 2004; un hostigamiento que tuvimos en un combate o son ellos o es uno uno no sabe ni a quién disparó ni quién fue el que dio de baja la persona uno en el reconocimiento se da cuenta que hubo y se vio que era una niña no alcanzaba a medir uno 31 40 el uniforme incluso le quedaba hasta grande el fusil se le veía demasiado grande en las una niña que le venían una niña que le veía la textura. No tenía ni siquiera el cuerpo todavía de mujer, era del gaditano a China, Dita pero muy, muy delgada muy, muy pálida. Tenía el delito como ondulada en el equipo, lo que tenía ella era flores y y rositas que ellos mismos hacen con costura, y eso de hilos de colores en el corralito, tenía una muñequita, tenía sus libritos, que utilizan los niños para escribir, como un diario con sus cosas así de niños, de infancia, a esa niña. Le hicimos un altar? Sito, le compramos los pelitos. Le hicimos una relación con las cosas de ella se le limpió la carita se limpiaron las manos se organizó ella no cerró los ojos completamente le quedaron así entre la verdad es que dio dolor. Tanto el comandante como varios soldados les dio dolor, ver de todas maneras era un niño. Muchas gracias por escucharme. Les agradezco nuevamente a la Facultad de Filosofía la Fundación puntos de encuentro que me autorizó para difundir estas imágenes y estos relatos que les acabo de compartir.

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UMtv (Universidad de Murcia)

Publicadores

Inmaculada Franco Guerrero

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Serie: Política y poética del duelo en "La guerra que no hemos visto". (+información)

Dña. Adriana María Ruiz Gutiérrez (Profesora e investigadora de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín)

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Conferencia Facultad Filosofía