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Iniciamos el estudio de las articulaciones del  miembro pelviano haciendo alusión a la articulación   más proximal, la articulación sacroilíaca, que nos  une el sacro con parte del coxal, concretamente   con el hueso ilion. Estos dos huesos, el sacro  y el ilion, presentan dos caras auriculares para   contactar y establecernos la articulación sacroilíaca.  Se trata de una articulación sinovial plana que   consideramos como anfiartrosis con muy limitado  movimiento y es la que permite que todas las   fuerzas que se generan en los miembros pelvianos  se transmitan a lo largo de la columna vertebral.  Para analizar un poco en detalle los ligamentos de  esta articulación, vamos a emplear un miembro    pelviano derecho de vacuno, donde hemos respetado  las estructuras ligamentosas por desecación.   Como observamos aquí en esta pieza, vemos  la posición del coxal, la tuberosidad isquiática como referencia más caudal de este hueso  coxal, el ala del ilion con la tuberosidad coxal y la tuberosidad sacra. Aquí tenemos la cresta  sacra media del hueso sacro. Como estructuras más   craneales las dos últimas vértebras lumbares. Si  observamos esta pieza por la cara interna, por la   cara medial, podemos apreciar la unión entre el  hueso sacro y el ilion, la articulación sacroilíaca.   Los ligamentos de refuerzo de esta articulación son los ligamentos sacroilíacos. El de mayor interés y de mayor desarrollo es el sacroilíaco dorsal. Este ligamento se extiende desde la tuberosidad sacra hacia el hueso sacro, y  lo hace en dos fascículos. Un fascículo corto   funicular que busca la cresta sacra media y  un fascículo largo laminar que va buscando   la cresta sacra lateral. Ambos fascículos nos  integran el ligamento sacroilíaco dorsal.   Además de los ligamentos sacroilíacos, en  esta articulación, por proximidad a ella,   tenemos que hacer referencia al ligamento sacrotuberoso ancho. Es este ligamento que observamos en disposición ventral al sacroilíaco dorsal. Se  trata de un ligamento que se extiende desde la   cresta sacra lateral y busca su fijación a  la espina ciática por un lado, y por otro lado,   a la tuberosidad isquiática. De ahí su nombre de  ligamento, también del nombre de ligamento    sacroespinotuberoso o sacro, en el ligamento sacrotuberoso ancho de la pelvis. Este ligamento, como estamos observando en la preparación, establece  los límites laterales de la cavidad pelviana.   Además, junto con las escotaduras ciática mayor  y ciática menor, nos establecen en los agujeros   ciático mayor y ciático menor. Espacios por donde  vamos a ver transitar estructuras de naturaleza   nerviosa, vascular y muscular. En concreto, por  el agujero ciático mayor vamos a observar el   recorrido del tronco lumbosacro para terminar  dividiéndose en los nervios glúteos y en el tronco   ciático, además de la arteria glútea craneal. En  el caso del agujero ciático menor, en el caso del   caballo y en el perro, será el tendón del obturador  interno el que tenga su recorrido por este agujero. Junto con la articulación sacroilíaca  y el sacrotuberosos ancho  anteriormente descritos, en la región de  la pelvis tenemos que hacer referencia a   la articulación entre los huesos coxales. Para  ello utilizamos esta pieza donde vemos los dos   huesos coxales articulados en su parte  más caudal y ventral, en concreto vemos la   unión cranealmente del pubis en sus ramas  craneales y caudalmente del isquion en su   rama y su tabla isquiática. Es lo que nos  integra la sínfisis pélvica o sínfisis   isquiopubiana. Esta sínfisis, en animales ya con cierta edad, evoluciona a sinostosis, como estamos viendo, una fusión completa de estos  huesos. En concreto, esa evolución a sinostosis   ocurre, en el caso de los équidos,  de craneal a caudal. Por eso vemos que en la   región del isquion todavía nos aparece cierto  espacio. Está reforzada esta sínfisis pélvica   cranealmente por un ligamento público craneal y  caudalmente por un ligamento del arco isquiático.