Idioma: Español
Fecha: Subida: 2012-06-27T00:00:00+02:00
Duración: 12m 54s
Lugar: Espinardo - Facultad de Veterinaria - Museo Anatómico Veterinario
Lugar: Videotutoriales
Visitas: 27.139 visitas

Articulación de la rodilla

Anatomía veterinaria: aparato locomotor

Transcripción

La articulación de la rodilla está integrada por  dos articulaciones a su vez, la articulación entre   el fémur y la tibia o articulación femorotibial  y la articulación entre el fémur y la rótula o   articulación femororrotuliana. Para sistematizar  el estudio de esta articulación de la rodilla   vamos a seguir este orden. En primer término  estudiaremos la articulación femorotibial con sus   características y, a continuación, la articulación  entre la tróclea del fémur y la rótula.   Recordamos los detalles de las superficies  articulares en huesos aislados de este lado   derecho. En el fémur, en su epífisis distal,  ofrece, para la articulación femorotibial   en posición caudal, los cóndilos del fémur. Son  las superficies articulares. Si bien hemos de   recordar también la fosa intercondilar puesto  que ahí van a fijarse parte de los ligamentos de   esta articulación femorotibial. Y, además, los  epicóndilos lateral y medial, punto también de   fijación ligamentosa, además de ser accidentes  palpables desde el exterior. Con respecto a la tibia,   recordar que las superficies articulares  las encontramos en los cóndilos de la tibia,   cóndilo lateral y cóndilo medial. Además, hemos  de recordar otros accidentes que son puntos de   fijación ligamentosa como las áreas intercondilares: área intercondilar craneal, área intercondilar   central, área intercondilar caudal. Finalmente, recordar que en la parte   caudal de esta región de la tibia describimos  a la escotadura poplítea entre ambos cóndilos. Estas superficies articulares que acabamos de  describir para la articulación femorotibial,   cuando intentamos adaptarlas en las estructuras  óseas vemos que no hay una correspondencia entre   esas superficies articulares. No hay una  correspondencia entre la convexidad de   los escondidos del fémur y la superficie de  los cóndilos de la tibia. De ahí que en esta   articulación se interpongan, entre los cóndilos del  fémur y los cóndilos de la tibia, unas estructuras   de naturaleza cartilaginosa que conocemos  como los meniscos. En esta pieza, donde hemos   retirado el fémur, observamos los meniscos tanto  lateral como medial. Podemos apreciar cómo son   estructuras en forma de medialuna con dos caras,  una cara proximal que es uniformemente cóncava   adaptándose a la convexidad de los cóndilos  del fémur y una cara distal uniformemente plana   adaptándose a la superficie de los cóndilos  de la tibia. Tanto el menisco lateral como el   menisco medial no están sueltos en el interior  de la articulación femorotibial, sino que quedan   fijados mediante una serie de ligamentos. En  concreto, sus extremos craneales o cuernos   craneales están fijados mediante los ligamentos  meniscales craneales. Estos ligamentos arrancan de   ambos meniscos, uno de cada menisco, y terminan en las  dos áreas intercondilares craneales de la tibia.   Además, los meniscos presentan fijación caudal,  es decir, se describen los ligamentos meniscales   caudales. En concreto, aquí observamos el ligamento  meniscal caudal medial cómo, arrancando del cuerno   caudal o extremo caudal del menisco medial, termina fijándose al área intercondilar caudal.   Área intercondilar caudal de la tibia. De igual  forma, el menisco lateral presenta su ligamento   meniscal caudal lateral que observamos fijando  al menisco a la escotadura poplítea de la tibia. Por lo tanto, hemos descrito dos ligamentos  meniscales para cada menisco. Además, el   menisco lateral presenta un tercer ligamento  que lo une a la fosa intercondilar del   fémur, se trata del ligamento meniscofemoral,  desde la fosa intercondilar del fémur hasta   el extremo caudal del menisco lateral. Éste  solo se presenta, repito, en el menisco lateral. Estos ligamentos los podemos observar  también parcialmente en una pieza húmeda   de la articulación de la rodilla. Si flexionamos  esta articulación podemos observar los ligamentos   meniscales craneales llegando al área intercondilar craneal y, en una visión caudal de la rodilla,   podemos observar el ligamento meniscal caudal  lateral, así como el ligamento meniscofemoral. Una vez descritos los ligamentos que fijan los  meniscos a la tibia y al fémur, es el momento de   hablar de los ligamentos cruzados, de unión entre  el fémur y la tibia. Se trata de dos ligamentos que,   arrancando desde la fosa intercondilar del fémur,  se extienden hasta la tibia. Denominamos ligamento   cruzado craneal aquel que llega más cranealmente a la tibia y es este que observamos en la   preparación, viniendo desde la fosa intercondilar  del fémur tenemos la articulación en flexión,   estamos observándola desde craneal y vemos cómo  el ligamento cruzado craneal termina llegando   al área intercondilar central de la tibia.  Repito, se trata del ligamento cruzado craneal.  El cruzado caudal llega a la tibia en  territorios caudales y para observarlo   tenemos que buscar una imagen desde caudal  de la articulación. Ahí estamos observando la   llegada del ligamento cruzado caudal  a la escotadura poplítea de la tibia. Ambos ligamentos, como su nombre nos indica,  van cruzándose en su recorrido formando   una 'X', de tal forma que el extremo proximal  del ligamento cruzado caudal lo podemos observar   desde aquí, cranealmente. Siempre el ligamento  cruzado craneal es de disposición lateral al   cruzado caudal. Van siempre en esa posición, el  craneal lateralmente y el caudal medialmente. En la pieza plastinada que observábamos  anteriormente para describir a los meniscos,   podemos identificar también estos ligamentos. Aquí  observamos cortado el ligamento cruzado craneal   llegando a la escotadura intercondilar central. Perdón, al área intercondilar central.   Y en la visión caudal vemos el cruzado caudal llegando a la escotadura poplítea, muy próximo al meniscal caudal lateral. Bien. Hemos descrito estos ligamentos cruzados   uniéndonos el fémur con la tibia. Tenemos que  terminar el estudio de esta articulación femorotibial   haciendo referencia a los ligamentos  colaterales que se presentan en todas las   articulaciones de tipo condilar o troclear. En  concreto, en esta pieza húmeda podemos observar en   la cara lateral el ligamento colateral lateral. Arranca proximalmente desde el epicóndilo lateral del fémur y se extiende distalmente hasta  la cabeza del peroné. Este ligamento colateral   lateral tiene la particularidad de que no contacta  con el menisco lateral puesto que entre él y el   menisco lateral se interpone el tendón de origen  del músculo poplíteo. Con lo cual, el menisco, repito,   el menisco lateral no está unido al ligamento  colateral lateral. Si nos fijamos ahora en el   ligamento colateral medial observamos cómo se  extiende proximalmente desde el epicóndilo   medial del fémur y se proyecta distalmente al  borde medial del cóndilo medial. En su trayecto   sobre el menisco deja parte de sus fibras en el  menisco medial. De tal manera que este menisco   medial es bastante menos móvil que el menisco  lateral. Esto lo podemos observar cuando, si nos   fijamos en el menisco, flexionamos la articulación  y observamos cómo se desplaza hacia caudal   en flexión y hacia craneal en extensión. Hacia  caudal a inflexión, hacia craneal en extensión.   El movimiento del menisco medial es bastante  más limitado si lo comparamos con el de lateral. Y con esto terminamos el estudio de la  articulación femorotibial y buscamos ahora la articulación de femororrotuliana. Las superficies  articulares para la articulación femororrotuliana   son, por parte del fémur en su epicóndilo  distal y cranealmente, la tróclea del   fémur caracterizada por los dos labios, el  medial de mayor desarrollo que el lateral.   Por parte de la rótula, recordemos, la  cara articular que contacta con la   superficie de la tróclea del fémur.  Esta articulación femororrotuliana   es una articulación de tipo troclear que depende  directamente de articulación femorotibial. Los ligamentos que estabilizan esta articulación  son los que podemos observar en esta pieza húmeda    donde hemos conservado la rótula y su relación  con la troclea del fémur. Observamos cómo los   ligamentos que estabiliza en esta articulación  y, en definitiva, corresponden a la inserción   en última instancia del cuádriceps femoral, son  los ligamentos rotulianos. Son tres ligamentos   rotulianos en grandes ungulados, en el vacuno  y en el caballo, que desde la rótula se extienden   hasta la tuberosidad de la tibia. Describimos  el ligamento rotuliano intermedio, el ligamento   rotuliano lateral y el ligamento rotuliano medial.  Tres ligamentos de unión de la rótula con la   tuberosidad de la tibia. Estos ligamentos rotulianos,  sobre todo el medial y el lateral, reciben   inserciones musculares de unidades musculares  del muslo, tanto por la cara lateral como por la   cara medial. Además la rótula también presenta  fijación al fémur. Existen ligamentos femororotulianos   que, desde el borde medial de la rótula  se proyectan hasta el epicóndilo medial o desde   el borde lateral de la rótula se proyectan hasta  el epicóndilo lateral del fémur. De tal manera que   estos ligamentos femororrotulianos impiden que la  rótula se desitue con respecto a la tróclea   del fémur. El movimiento de la articulación femororrotuliana, como decíamos, depende de la articulación   femorotibial. En flexión, la rótula se desplaza  digitalmente. En la parte se desplaza, a la parte   más distal de la tróclea. En extensión la rótula se  desplaza a la parte más proximal de la tróclea.   ¿De acuerdo? Bien y con esto terminamos el  estudio de la articulación de la rodilla.

Propietarios

UMtv (Universidad de Murcia)

Publicadores

Octavio Miguel Lopez Albors

Comentarios

Nuevo comentario

Serie: Articulaciones (+información)

Sacroilíaca, sínfisis pélvica, cadera, rodilla, tarso