La articulación de la rodilla está integrada por
dos articulaciones a su vez, la articulación entre
el fémur y la tibia o articulación femorotibial
y la articulación entre el fémur y la rótula o
articulación femororrotuliana. Para sistematizar
el estudio de esta articulación de la rodilla
vamos a seguir este orden. En primer término
estudiaremos la articulación femorotibial con sus
características y, a continuación, la articulación
entre la tróclea del fémur y la rótula.
Recordamos los detalles de las superficies
articulares en huesos aislados de este lado
derecho. En el fémur, en su epífisis distal,
ofrece, para la articulación femorotibial
en posición caudal, los cóndilos del fémur. Son
las superficies articulares. Si bien hemos de
recordar también la fosa intercondilar puesto
que ahí van a fijarse parte de los ligamentos de
esta articulación femorotibial. Y, además, los
epicóndilos lateral y medial, punto también de
fijación ligamentosa, además de ser accidentes
palpables desde el exterior. Con respecto a la tibia,
recordar que las superficies articulares
las encontramos en los cóndilos de la tibia,
cóndilo lateral y cóndilo medial. Además, hemos
de recordar otros accidentes que son puntos de
fijación ligamentosa como las áreas intercondilares: área intercondilar craneal, área intercondilar
central, área intercondilar caudal. Finalmente, recordar que en la parte
caudal de esta región de la tibia describimos
a la escotadura poplítea entre ambos cóndilos.
Estas superficies articulares que acabamos de
describir para la articulación femorotibial,
cuando intentamos adaptarlas en las estructuras
óseas vemos que no hay una correspondencia entre
esas superficies articulares. No hay una
correspondencia entre la convexidad de
los escondidos del fémur y la superficie de
los cóndilos de la tibia. De ahí que en esta
articulación se interpongan, entre los cóndilos del
fémur y los cóndilos de la tibia, unas estructuras
de naturaleza cartilaginosa que conocemos
como los meniscos. En esta pieza, donde hemos
retirado el fémur, observamos los meniscos tanto
lateral como medial. Podemos apreciar cómo son
estructuras en forma de medialuna con dos caras,
una cara proximal que es uniformemente cóncava
adaptándose a la convexidad de los cóndilos
del fémur y una cara distal uniformemente plana
adaptándose a la superficie de los cóndilos
de la tibia. Tanto el menisco lateral como el
menisco medial no están sueltos en el interior
de la articulación femorotibial, sino que quedan
fijados mediante una serie de ligamentos. En
concreto, sus extremos craneales o cuernos
craneales están fijados mediante los ligamentos
meniscales craneales. Estos ligamentos arrancan de
ambos meniscos, uno de cada menisco, y terminan en las
dos áreas intercondilares craneales de la tibia.
Además, los meniscos presentan fijación caudal,
es decir, se describen los ligamentos meniscales
caudales. En concreto, aquí observamos el ligamento
meniscal caudal medial cómo, arrancando del cuerno
caudal o extremo caudal del menisco medial,
termina fijándose al área intercondilar caudal.
Área intercondilar caudal de la tibia. De igual
forma, el menisco lateral presenta su ligamento
meniscal caudal lateral que observamos fijando
al menisco a la escotadura poplítea de la tibia.
Por lo tanto, hemos descrito dos ligamentos
meniscales para cada menisco. Además, el
menisco lateral presenta un tercer ligamento
que lo une a la fosa intercondilar del
fémur, se trata del ligamento meniscofemoral,
desde la fosa intercondilar del fémur hasta
el extremo caudal del menisco lateral. Éste
solo se presenta, repito, en el menisco lateral.
Estos ligamentos los podemos observar
también parcialmente en una pieza húmeda
de la articulación de la rodilla. Si flexionamos
esta articulación podemos observar los ligamentos
meniscales craneales llegando al área intercondilar craneal y, en una visión caudal de la rodilla,
podemos observar el ligamento meniscal caudal
lateral, así como el ligamento meniscofemoral.
Una vez descritos los ligamentos que fijan los
meniscos a la tibia y al fémur, es el momento de
hablar de los ligamentos cruzados, de unión entre
el fémur y la tibia. Se trata de dos ligamentos que,
arrancando desde la fosa intercondilar del fémur,
se extienden hasta la tibia. Denominamos ligamento
cruzado craneal aquel que llega más cranealmente a la tibia y es este que observamos en la
preparación, viniendo desde la fosa intercondilar
del fémur tenemos la articulación en flexión,
estamos observándola desde craneal y vemos cómo
el ligamento cruzado craneal termina llegando
al área intercondilar central de la tibia.
Repito, se trata del ligamento cruzado craneal.
El cruzado caudal llega a la tibia en
territorios caudales y para observarlo
tenemos que buscar una imagen desde caudal
de la articulación. Ahí estamos observando la
llegada del ligamento cruzado caudal
a la escotadura poplítea de la tibia.
Ambos ligamentos, como su nombre nos indica,
van cruzándose en su recorrido formando
una 'X', de tal forma que el extremo proximal
del ligamento cruzado caudal lo podemos observar
desde aquí, cranealmente. Siempre el ligamento
cruzado craneal es de disposición lateral al
cruzado caudal. Van siempre en esa posición, el
craneal lateralmente y el caudal medialmente.
En la pieza plastinada que observábamos
anteriormente para describir a los meniscos,
podemos identificar también estos ligamentos. Aquí
observamos cortado el ligamento cruzado craneal
llegando a la escotadura intercondilar central. Perdón, al área intercondilar central.
Y en la visión caudal vemos el cruzado caudal llegando a la escotadura poplítea,
muy próximo al meniscal caudal lateral.
Bien. Hemos descrito estos ligamentos cruzados
uniéndonos el fémur con la tibia. Tenemos que
terminar el estudio de esta articulación femorotibial
haciendo referencia a los ligamentos
colaterales que se presentan en todas las
articulaciones de tipo condilar o troclear. En
concreto, en esta pieza húmeda podemos observar en
la cara lateral el ligamento colateral lateral.
Arranca proximalmente desde el epicóndilo
lateral del fémur y se extiende distalmente hasta
la cabeza del peroné. Este ligamento colateral
lateral tiene la particularidad de que no contacta
con el menisco lateral puesto que entre él y el
menisco lateral se interpone el tendón de origen
del músculo poplíteo. Con lo cual, el menisco, repito,
el menisco lateral no está unido al ligamento
colateral lateral. Si nos fijamos ahora en el
ligamento colateral medial observamos cómo se
extiende proximalmente desde el epicóndilo
medial del fémur y se proyecta distalmente al
borde medial del cóndilo medial. En su trayecto
sobre el menisco deja parte de sus fibras en el
menisco medial. De tal manera que este menisco
medial es bastante menos móvil que el menisco
lateral. Esto lo podemos observar cuando, si nos
fijamos en el menisco, flexionamos la articulación
y observamos cómo se desplaza hacia caudal
en flexión y hacia craneal en extensión. Hacia
caudal a inflexión, hacia craneal en extensión.
El movimiento del menisco medial es bastante
más limitado si lo comparamos con el de lateral.
Y con esto terminamos el estudio de la
articulación femorotibial y buscamos ahora
la articulación de femororrotuliana. Las superficies
articulares para la articulación femororrotuliana
son, por parte del fémur en su epicóndilo
distal y cranealmente, la tróclea del
fémur caracterizada por los dos labios, el
medial de mayor desarrollo que el lateral.
Por parte de la rótula, recordemos, la
cara articular que contacta con la
superficie de la tróclea del fémur.
Esta articulación femororrotuliana
es una articulación de tipo troclear que depende
directamente de articulación femorotibial.
Los ligamentos que estabilizan esta articulación
son los que podemos observar en esta pieza húmeda
donde hemos conservado la rótula y su relación
con la troclea del fémur. Observamos cómo los
ligamentos que estabiliza en esta articulación
y, en definitiva, corresponden a la inserción
en última instancia del cuádriceps femoral, son
los ligamentos rotulianos. Son tres ligamentos
rotulianos en grandes ungulados, en el vacuno
y en el caballo, que desde la rótula se extienden
hasta la tuberosidad de la tibia. Describimos
el ligamento rotuliano intermedio, el ligamento
rotuliano lateral y el ligamento rotuliano medial.
Tres ligamentos de unión de la rótula con la
tuberosidad de la tibia. Estos ligamentos rotulianos,
sobre todo el medial y el lateral, reciben
inserciones musculares de unidades musculares
del muslo, tanto por la cara lateral como por la
cara medial. Además la rótula también presenta
fijación al fémur. Existen ligamentos femororotulianos
que, desde el borde medial de la rótula
se proyectan hasta el epicóndilo medial o desde
el borde lateral de la rótula se proyectan hasta
el epicóndilo lateral del fémur. De tal manera que
estos ligamentos femororrotulianos impiden que la
rótula se desitue con respecto a la tróclea
del fémur. El movimiento de la articulación femororrotuliana, como decíamos, depende de la articulación
femorotibial. En flexión, la rótula se desplaza
digitalmente. En la parte se desplaza, a la parte
más distal de la tróclea. En extensión la rótula se
desplaza a la parte más proximal de la tróclea.
¿De acuerdo? Bien y con esto terminamos el
estudio de la articulación de la rodilla.