Introducción al desarrollo
comunitario.
Es verdad que las personas
pueden ser comprendidas desde
su individualidad,
pero es una forma incompleta
de conocimiento
si no se conjuga con su dimensión
comunitaria.
Por eso en los últimos años
donde el individualismo
se ha apoderado de los discursos,
se han acentuado los esfuerzos
por recuperar la parcela
de la vida comunitaria frente
a las incertidumbres
de la sociedad neoliberal.
Los ciudadanos se esfuerzan por
recuperar el sentido de comunidad
de responsabilidad colectiva de
redescubrir los valores,
que subyacen en este concepto.
Potenciar las prácticas de
participación como estrategia
de transformación social, pero la
tesis de los países ricos,
sustentada en el neoliberalismo
como ideología
acerca de la globalización
como situación objetiva,
es sencilla y contundente.
La globalización es la única vía
para acabar con la pobreza
y además es inevitable
porque es consecuencia del progreso
científico y técnico.
Como ideología neoliberal.
Sintética afirma que el mercado
es el que gobierna
y el Gobierno quien administra,
lo que dicta el mercado
frente a ella;
la respuesta de los países
pobres menos rotunda.
Cuanto más crece la globalización
y más se extiende la ideología
neoliberal que la sustenta,
más ganan.
Los ricos y peores condiciones
de vida tienen los pobres,
hay más desigualdad social
y exclusión.
Por tanto, se afirma
desde esta óptica
que otro mundo es posible.
Otra política económica es
viable y necesaria.
No negamos que la mundialización,
apertura de fronteras,
conectividad del mundo, la
idea de aldea global
y la globalización lo mismo,
pero más aplicado a planteamientos
economicistas y comerciales
ha supuesto el incremento del
comercio internacional,
de las oportunidades de
movilidad personal,
con las restricciones que
cada país impone,
a la inmigración, el avance
y la velocidad
en las telecomunicaciones
de una base material
para la vida en común.
No obstante, la realidad
ha demostrado
que tanto la globalización como
la ideología neoliberal
que se ha aprovechado
de esta situación
han acarreado problemas muy
graves en relación
a la destrucción del medio ambiente,
el deterioro de la calidad de vida
de millones de seres humanos
y, sobre todo, a la ampliación de
la brecha entre ricos y pobres;
ello en una fase histórica en la
que el mundo produce riqueza
como jamás la ha producido.
Igual ocurre con los conocimientos
y herramientas tecnológicas
que han avanzado hasta un punto
que nos ha permitido mejorar
considerablemente la calidad de
vida de toda la humanidad,
pero la gran paradoja es que cientos
de millones de personas pasan
hambre en el mundo;
800.000.000, según la fao, uno
de cada nueve habitantes
del planeta no tienen fácil
acceso al agua potable
ni a la sanidad básica
ni a la educación.
Ante esta situación,
no extraña que millones de personas
abandonen sus lugares de origen
y busquen nuevos horizontes.
Hoy hemos constatado
que la globalización y el
pensamiento único neoliberal
han hecho que las fuerzas del
mercado reemplacen a la Administración,
que ha perdido su capacidad para
gestionar la vida social
el ciudadano ha sido expropiado
de la ciudadanía,
de la capacidad de participar
en la gestión social,
y su único recurso es la
adaptación a un mundo
que avanza en progresión geométrica,
mientras las soluciones la hacen
en progresión aritmética,
por tanto,
la globalización no ha funcionado
tal y como se esperaba
muchos millones de personas han
empeorado su situación
y los ciudadanos han mermado sus
posibilidades de participación
en las sociedades democráticas.
Este es el diagnóstico que hace el
Nobel de Economía del año 2001,
Joseph Stiglitz, en el malestar
de la globalización,
así por efecto de la globalización.
Las comunidades locales
parece que son propiedad
de personas externas,
que las consideran como inversiones
provechosa;
el dinero local expuesto en
instituciones financieras
que lo invierten lejos de
la economía local.
Las agencias de comunicaciones
pertenecen
a corporaciones multinacionales.
Quedan pocas noticias sobre
asuntos locales
y que limitan las posibilidades
de la comunicación interna
o del intercambio de información
con otras comunidades.
La noticia local es secundaria
frente a la cobertura internacional.
Es mucho más fácil saber lo que
ocurre en la mitad del mundo
que lo relativo a otra parte de
nuestra propia vecindad.
Ante esta situación es necesario
e ineludible
que los barrios y comunidades locales
retomen el protagonismo que nunca
debieron perder en favor
del Almagro, planificaciones,
como señala el propio
Plan Estratégico de Ciudadanía
e Integración 2011, 2014,
en su página 116,
el barrio o la pequeña localidad
son algunos de los ámbitos
privilegiados de intervención
allá donde se dan
las soluciones vecinales
y de proximidad.
Por ello, consideramos que
los problemas de salud,
medio ambiente, marginación
y exclusión social,
violencia de género,
inmigración, etc,
deben ser tratados a
nivel comunitario.
Debemos diseñar programas globales
y contextualizado de desarrollo
comunitario olvidándonos de las
planificaciones mundiales
y de los microorganismos, una
vía de solución, por tanto,
puede ser concebida desde las
corporaciones locales
y los barrios.
Los organismos mundiales
trabajan mucho,
dicen para erradicar los
problemas anteriores,
pero alguien se podría preguntar
por el coste real
de las miles de horas de los
miles de funcionarios,
con sus miles de reuniones
y comidas de trabajo.
En relación a los resultados
obtenidos
se puede que sin entrar
en demagogias,
se pueda hablar de despilfarro.
Hay que hablar menos de los
problemas y actuar más para erradicarlos,
y esto se consigue con
programas locales,
circunscritas a lugares y espacios
muy determinados.
Así habrá un mejor aprovechamiento
de los recursos,
de una más clara dirección,
hacia soluciones específicas
comunitarias.
No olvidemos que los gobernantes
en general son reacios
a los movimientos ciudadanos
comunitarios,
porque no les gusta la crítica y,
además, con soluciones locales
harían necesario el rol paternalista
de aquellos,
la democracia surgida tras la
Segunda Guerra Mundial,
apoyada en los mass media,
no tiene otra obsesión
que convencernos
de que somos nosotros
quienes queremos,
lo que ellos quieren;
de ahí que cuando las
comunidades locales
se asocian para solucionar
sus problemas y hablar
de su propio desarrollo
aparezca la palabra utopía
entre los políticos.
En este sentido, la historia
nos ha demostrado
que la ciudad como territorio
habitado
por un conjunto de seres humanos
urbanizados ha sido
el modelo de utopía, realizable,
adoptado por Platón,
Tomás Moro Campa anhela,
o en San Simón,
y habría que recordar
que es paternalista
quien toma decisiones por otros, con
consecuencias para los otros,
y además elude la responsabilidad
de tales decisiones.
En democracia, los que deciden,
deben aceptar la responsabilidad
de las consecuencias
generadas por sus decisiones.
En este sentido, afirma para explicar
por qué los dirigentes estatales
o internacionales
lanzan mensajes y planificaciones
que no llegan nítidamente a los barrios
y los pueblos hablan del síndrome
de Babel del síndrome de Babel.
Los medios técnicos parecían
perfectos,
había expertos constructores,
pero cuando la torre alcanzó
un nivel elevado,
las informaciones y decisiones
emanadas desde la cúspide
eran recibidas de manera
distorsionada el resultado ya
es conocido.
Pues bien, sostiene nuestra
autora que lo mismo
sucede en las sociedades
industriales.
No hay información ni comunicación
entre quienes gobiernan
y son gobernados, y los gobiernos
conocen las estadísticas,
mientras que las comunidades locales
o de barrio son más conscientes
de sus problemas e inquietudes.
No extraña que los gobernantes
de Craig
prefieran.
La política internacional
a la realidad del país,
Alexis de Tokio, después de
viajar por Norteamérica
del siglo decimonoveno, escribió
que lo más impresionante
de lo percibido era la ventaja de
contar con instituciones locales,
democráticas y operativas para
el desarrollo de un país.
Así es el presidente, Thomas
Jefferson, asiento.
El sistema político de
Estados Unidos,
dando poder y responsabilidad
a las comunidades locales,
entiendas y, por tanto, que
estamos defendiendo
una democracia basada en la
participación ciudadana
como plataforma real para
la autonomía local
cuando los ciudadanos gran
parte de ellos participan en el
desarrollo de su comunidad
y se dan las condiciones para
la democracia territorial
y la autonomía vecinal.
Estamos hablando de desarrollo
comunitario.