En este vídeo vamos a analizar
las principales
diferencias que
existen en relación al esqueleto
de la cara comparando el caballo
con el vacuno y con el perro.
En primer lugar, resaltar que
los huesos que integran
el macizo facial del esqueleto
del vacuno
son los mismo que los referidos
en el caballo.
En esta preparación,
donde hemos hecho un montaje
articulado de los diferentes huesos
que integran el esqueleto
cefálico de la vaca,
podemos apreciar la situación
de los diferentes huesos.
Por una parte, referimos la porción nasal y orbitaria
del frontal. Vemos
los huesos nasales, el hueso incisivo,
el maxilar, el lagrimal,
el cigomático y, conformando el
interior de la cavidad
nasal
apreciamos todo el desarrollo
del hueso etmoide
con su laberinto etmoidal,
vemos el hueso vómer con su surco
correspondiente,
y vemos también la situación
de las conchas
nasales.
Como diferencias más importantes,
vamos a destacar las siguientes.
En relación a los huesos
nasales, destacar
que estos no terminan de
forma tan puntiaguda
como sucedía en el caso del caballo.
Respecto al hueso incisivo,
conviene resaltar un detalle
importante
y es que los rumiantes no
desarrollan dientes incisivos superiores.
Por esta razón no existe
una apófisis alveolar
en los correspondientes huesos
incisivos. Al no existir dicha
apófisis,
tampoco se configura
el canal interincisivo
y su lugar es ocupado por una
gran fisura interincisiva.
Respecto al hueso lagrimal, conviene que
vemos dos circunstancias.
Por un lado, el mayor desarrollo de
la superficie o cara facial.
Y por otro lado, el desarrollo
hacia la órbita
de unas proyecciones óseas de
paredes finas que reciben
el nombre de bullas lagrimales.
Esta bullas lagrimales podemos apreciarlas
en esta preparación
donde vemos como parte del
suelo de la órbita
es ocupado por esta especie de pompa ósea
que recibe el nombre de bulla lagrimal.
Esta bulla lagrimal esta hueca
y será una prolongación caudal
del seno maxilar
que también ocupa el interior
del hueso del mismo nombre.
En relación al hueso cigomático,
debemos referir por un lado,
el menor desarrollo de la apógisis temporal
del cigomático que se une a la cigomática del
temporal para conformarnos
el arco cigomático, como sucedía en el caballo,
pero aquí destacamos la existencia
de una segunda apófisis que recibe el nombre
de apófisis frontal del hueso cigomático.
Cómo podemos observar, esta
apófisis frontal
en la que establece unión
articular con la apófisis cigomática
del hueso frontal.
Respecto al maxilar, conviene destacar la
situación más rostral del agujero infraorbitario
prácticamente a la altura
del primer diente premolar.
Y por otro lado, la ausencia de
cresta facial que es sustituida
por un tubérculo o tuberosidad facial.
En la conformación del paladar
óseo, por una parte,
referimos la estrechez que presentan
las apófisis palatinas del incisivo que van
unas amplias escotaduras palatinas,
un desarrollo bastante considerable
de las apófisis palatinas del maxilar
y sobre todo el mayor desarrollo que
ofrece la lámina horizontal
del palatino.
En estas láminas no solamente
se abren los agujeros
palatinos mayores, sino que incluso
podemos apreciar la existencia
de algunos pequeños orificios que
reciben el nombre de orificios
palatinos menores.
Asimismo, la lámina perpendicular
del palatino
es muy extensa, es muy amplia,
y junto con una tuberosidad maxilar
más estrecha o más alargada
van configurando unas fosas pterigopalatinas
mucho más estrechas y profundas
que la que estudiamos en
el caso del caballo.
En los pequeños rumiantes y
concretamente en el ovino,
conviene destacar en la superficie
o cara facial
del hueso lagrimal la presencia de una fosa.
Esta fosa que se describe en el
hueso lagrimal recibe el nombre de fosa lagrimal externa
y sirve para que ahí se instaure
una glándula cutánea
llamada seno cutáneo infraorbitario, que va a servir como
marcador territorial
en estos pequeños rumiantes.
En lo que se refiere al perro,
conviene destacar que aunque
los huesos del macizo facial
van a ser los mismos que los descritos
en el caso del caballo,
su conformación va a variar
dependiendo de la raza.
Como podemos apreciar, en
las razas braquicéfalas
el desarrollo del macizo facial es
mucho más corto que en las razas
que presentan un alargamiento
de dicho macizo.
Además de esta diferencia
respecto a conformación
en relación con la raza,
conviene referir algunas diferencias
de accidentes que hemos descrito
tanto en el caballo como
en el vacuno.
Por un lado, en primer lugar
observamos el gran desarrollo de los
huesos nasales en el perro,
que terminan formando una
clara concavidad.
Respecto a las porciones nasal
y orbitaria de frontal,
simplemente destacar el mayor
desarrollo de la superficie orbitaria
del frontal. Respecto al hueso
lagrimal observar que la
cara facial está muy reducida,
prácticamente ausente en el
caso de los felinos.
Y que la cara orbitaria, al igual que
en todas las especies,
presenta su fosa lagrimal con su
correspondiente agujero
y canal lagrimal.
Una diferencia interesante
corresponde a lo que es
el hueso cigomático
donde vemos un gran desarrollo
de la apófisis
temporal del cigomático,
y asimismo, apreciamos un desarrollo
pero mucho más escaso
comparado con el vacuno, de la apófisis
frontal del cigomático.
Como ya referimos en la bóveda del
cráneo, la apófisis cigomática del hueso frontal
y la apófisis frontal del hueso cigomático quedarán
unidas en el animal vivo
por un ligamento orbitario que completará el
trayecto circular de la órbita.
Respecto a la conformación del
paladar duro, destacar
que en este caso el hueso incisivo
presenta su correspondiente apófisis alveolar
donde se implantan los dientes
incisivos. Por lo tanto,
al igual que en el caballo, se
describe un canal interincisivo
también para el paso de formaciones
vasculares.
Referimos las escotaduras palatinas que se
describen en todas las especies,
el gran desarrollo de las
apófisis palatinas del maxilar
y como sucedía en el vacuno,
un amplio desarrollo de las
láminas horizontales
del palatino.
Como la tuberosidad del maxilar va a
estar menos desarrollada, en esta especie
observamos que la fosa pterigopalatina
es mucho más amplia
que la referida en el vacuno
y que también la mencionada
en el caso del caballo.
Aunque se siguen abriendo
los tres mismos
orificios descritos en
el caso del équido.
Respecto a la conformación
de la cavidad nasal,
destacar que en el caso del vacuno
existe un gran desarrollo
de la concha nasal media
comparada con el caballo. Dorsalmente a
ella se sitúa la concha nasal dorsal,
bastante más ósea
que en el caso del caballo y
ventralmente vemos desarrollado,
muy desarrollado el hueso
de la concha nasal
de ventral. La podemos apreciar
en esta imagen rostral
como dicha concha, dicho
hueso de la concha nasal ventral
en ofrece una doble espiral.
Completan esta cavidad nasal, como
en el caso del caballo,
el hueso vómer,
el resto de volutas que conforman el
laberinto etmoidal
y la lámina perpendicular del hueso
etmoide.
Estas han sido las diferencias
fundamentales que se describen
en la conformación del
esqueleto de la cara
y, concretamente, de los huesos
que integran el macizo facial. En
un próximo vídeo analizaremos
las estructuras que conforman
los huesos de las mandíbulas
y los huesos que constituyen
el aparato hioideo.