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La tibia y el peroné son los huesos que integran la base ósea de la pierna. Vemos en el esqueleto cómo estos huesos presentan un desarrollo completo hasta el extremo distal y una inclinación disto-caudal. Su extremo caudal es más, perdón, su extremo distal es más caudal que su extremo proximal. Utilizamos una tibia y peroné del lado derecho, aislados del esqueleto, para indicar algunos detalles de estos huesos. Comenzamos con la tibia en su extremo proximal, donde identificamos los cóndilos lateral y medial para articularse con los cóndilos del fémur. Entre ambos cóndilos identificamos la eminencia intercondilar ocupada por los tubérculos intercondilares. El cóndilo lateral de la tibia presenta una cara articular peronea para recibir a la cabeza del peroné. El cuerpo de la tibia se caracteriza por presentar una forma triangular. Una forma triangular que queda delimitada por el borde craneal, el borde lateral relacionado con el peroné y el borde medial, que nos separan una cara lateral, una cara medial y una cara caudal. Esta forma triangular es debida a la presencia de la tuberosidad de la tibia, proyección craneal en el extremo proximal de este hueso. Distalmente en la tibia termina en la cóclea de la tibia o superficie articular para recibir a la tróclea del hueso astrágalo. Observamos los dos surcos donde se adaptan los labios de la tróclea del hueso talo. Medialmente, en esta región distal observamos el maléolo medial de la tibia. Con respecto al peroné, indicar que es un hueso que se desarrolla, como comentábamos anteriormente, hasta el extremo distal. Proximalmente presenta la cabeza articulado con el cóndilo de la tibia, el cuerpo estrecho para terminar en el maléolo lateral del peroné, participando en la articulación con el tarso. Entre ambos huesos, tibia y peroné, queda un amplio espacio, el espacio interóseo de la pierna.