En esta práctica vamos a identificar
los principales músculos integrantes
de las paredes del tórax y del abdomen,
todos los componentes musculares
del dorso
y los músculos que se refieren
en el cuello.
Haremos también mención
a alguno de los músculos
que se pueden destacar en el
plano facial del perro.
Comenzamos la disección
por el lado derecho del animal
retirando la piel del mismo. Adherido
a la superficie interna
de la piel
podemos apreciar
el desarrollo más o menos evidente,
dependiendo del especimen, del
músculo cutáneo del tronco.
Como su nombre indica,
es un músculo relacionado
con la piel
que va a encargarse de dar
movilidad a la misma.
Este músculo cutáneo del tronco
tiene la particularidad en el perro
de desarrollarse ventralmente,
constituyendo una porción muy carnosa
que va a terminar fijándose
a la cara medial del húmero.
Una vez retirada la piel y el
músculo cutáneo del tronco, podemos apreciar
en toda su extensión el
músculo latísimo del dorso,
también conocido como gran
dorsal o dorsal ancho.
Este músculo latísimo del dorso
tiene su origen en una
fascia, la fascia toracolumbar
que va recubriendo a la musculatura
para vertebrar.
Desde la fascia toracolumbar, este
músculo latísimo del dorso
se insertará también en la cara medial
del húmero, muy próximo
al tubérculo del músculo
redondo mayor.
Al retirar el músculo latísimo del
dorso, podemos apreciar
el origen de tres músculos que
componen la musculatura
paravertebral. Se trata de los
músculos espinal y semiespinal
del tórax, longísimo del tórax y músculo
iliocostal del tórax.
Estos tres músculos que los
apreciamos en el tórax
perfectamente separados, tienen
sus respectivas porciones
a nivel lumbar,
pero se originan caudalmente constituyendo
una masa única
que reciben nombre de masa común.
lumbosacra.
Esta masa común lumbosacra está
recubierta por la fascia toracolumbar.
En el plano más caudal de disección
podemos mencionar ahora los
músculos integrantes
de las paredes laterales del abdomen.
El más extenso y más superficial de
todos ellos es el músculo oblicuo
externo del abdomen. El músculo oblicuo externo,
como estamos viendo, se prolonga
por buena parte del tórax
fijándose a modo de diente de sierra
en la cara lateral de las costillas.
Este músculo oblicuo
externo del abdomen tienen
una porción dorsal carnosa
y una porción ventral
aponeurótica
que va a contribuir a la formación
de la vaina fibrosa,
que va a recurrir al músculo
recto del abdomen,
el músculo más ventral de las
paredes del abdomen.
Una vez retirado el músculo
oblicuo externo
del abdomen, cuyas fibras
vemos que se dirigen
en dirección ventrocaudal
apreciamos el músculo
oblicuo interno.
Originándose también la fascia toracolumbar
vemos cómo este músculo oblicuo
interno del abdomen tiene dirigidas
su fibras en dirección
ventrocraneal y se compone
de una porción dorsal carnosa
y una porción ventral también
aponeurótica
que contribuye a la formación
de la vaina
que recubre al músculo
recto del abdomen.
Una vez retiramos el músculo
oblicuo interno,
podemos apreciar el músculo
transverso del abdomen. En este caso
se trata de un músculo con fibras verticales,
con una porción también dorsal carnosa
y una porción ventral aponeurótica
sobre cuya superficie
van discurriendo los ramos
ventrales de los nervios espinales lumbares.
Una vez descrita la masa
común lumbosacra
y los músculos que integran las
paredes laterales del abdomen,
seguimos el plano de 10 de
disección en dirección rostral.
Por una parte, apreciamos
en primer lugar
los músculos que van cerrando
los espacios intercostales.
Estos músculos que forman parte
de las paredes del tórax
reciben el nombre de intercostales
externos
llevan sus fibras también en
dirección ventrocaudal.
Además de los intercostales externos,
dorsales en las paredes del tórax
destacamos la presencia del músculo
serrato dorsal craneal,
con un origen aponeurótico,
sus fascículos
van constituyendo también una
especie de diente de sierra
que va fijándose a diversas
costillas.
Este músculo serrato dorsal craneal,
es el más desarrollado en el
perro si lo comparamos
con los escasos fascículos que
desarrolla el músculo
serrato dorsal caudal
que solamente ocupa los dos
o tres últimos espacios intercostales.
Serrato dorsal caudal y serrato
dorsal craneal
van cubriendo la mayor parte del
músculo iliocostal del tórax
referido anteriormente.
Continuando el plano de disección
en dirección rostral
y en relación con el
miembro torácico,
analizamos una serie
de músculos extrínsecos mismo.
En primer lugar, apreciamos
la conformación
de los músculos trapecios. Por una parte, el
músculo trapecio del tórax
y, por otra parte, el músculo
trapecio del cuello
o trapecio cervical. Los dos
trapecios se unen también
a los congéneres del lado opuesto
y terminan fijándose
a la espina de la escápula
describiéndose como músculos extrínsecos del
miembro torácico. Hacia la cabeza
encontramos ahora el desarrollo
de el músculo cleidocefálico
Este músculo
cleidocefálico,
veremos que el perro se compone
de dos porciones:
la porción más dorsal y más fina
corresponde a la porción cleidocervical;
mientras que la parte más profunda
y redondeada corresponde
a la porción cleidomastoidea.
El músculo cleidocefálico
y la porción cervical del trapecio
o el trapecio cervical
van delimitando un triángulo en la
superficie lateral del cuello.
Este triángulo recibe nombre
de triángulo lateral.
Está ocupado por grasa y
también es importante
porque sirve para el trayecto
del nervio que impulsa,
tanto a los trapecios
como al cleidocervical.
Este nervio que observamos
dentro de ese triángulo
es el nervio accesorio
correspondiente
a uno de los pares craneales que
emerge por el agujero yugular.
Y en relación con este triángulo,
destacamos también la presencia
de un linfocentro, concretamente,
el linfocentro cervical
superficial integrado por unos
cuantos nódulos linfáticos
cervicales superficiales.
Si retiramos los músculos trapecios,
y la porción cleidocervical del músculo
cleidocefálico, exponemos a
continuación un grupo de músculos
también referidos como músculos
extrínsecos del miembro torácico. Así, en primer lugar,
destacamos los músculos romboides.
En el caso del perro
se describen tres núcleos
romboides. Un romboides
de la cabeza, un romboides
del cuello
y, por último, un romboides del tórax.
Al retirar estos músculos romboides
se aprecia cómo ya es posible
separar la escápula
que está unida en sinsarcosis
a todo el tórax.
Asimismo, en este mismo plano pero
en dirección más lateral
podemos referir la existencia de un
importante músculo extrínseco del miembro
torácico como es el músculo serrato
ventral del cuello.
Como su nombre indica, es un músculo
que se fija fuertemente
a la cara o a las caras serratas
de la escápula
y que tiene su continuación,
caudalmente con el músculo serrato
ventral del tórax.
Ambos músculos
serratos están inervados por un nervio,
que es el nervio torácico
largo. Nervio que recorre
la superficie de este músculo
serrato ventral del tórax.
Al igual que los serratos dorsales,
estos músculos reciben este nombre
por las digitaciones a modo de diente
de sierra que ofrecen sus fascículos
de fijación en las costillas
o en las vértebras cervicales.
Al retirar los músculos romboides,
apreciamos el siguiente músculo
que se fija desde el espacio que
hay entre ambas escápulas
hacia la cabeza. Se trata de
un músculo muy potente
conocido, con el nombre de
músculo esplenio de la cabeza.
Este músculo esplenio de la cabeza
forma en el perro
una gran lámina rectangular
que va cubriendo dorsalmente a
todos los músculos que veremos
a continuación más en profundidad. Al
levantar el músculo esplenio de la cabeza,
nos encontramos con este grupo
muscular que se corresponde
con la continuación del
músculo espinal
y semiespinal del tórax.
Se trata del músculo semiespinal de la cabeza,
integrado en el perro por
dos componentes.
Un componente dorsal que recibe el
nombre de músculo digástrico
por estas intersecciones fibrosas
que presenta su ventre muscular. Y un componente ventral
que recibe el nombre de
músculo complejo.
Por lo tanto, el músculo complejo y
el músculo digástrico, en este caso a nivel
del cuello, son una continuación del
músculo espinal y semiespinal
del tórax que describimos
en esa región.
En el mismo plano correspondiente al
músculo semiespinal de la cabeza,
pero más lateralmente, podemos
apreciar el músculo longísimo de la cabeza.
Este músculo longísimo de la cabeza
va a terminar inserto
en la apófisis mastoidea de la porción
petrosa del temporal,
y podemos también señalar que es
una continuación del músculo
longísimo del cuello
que describiremos a continuación y
que, a su vez, es una continuación
a una prolongación del músculo
longísimo del tórax. Cuando
levantamos el digástrico
y el complejo,
apreciamos los músculos más
profundos dorsales del cuello,
los músculos que intervienen
en la extensión
de esta parte corporal.
Antes de referirnos a esos músculos,
conviene destacar en este plano
la presencia de lo que corresponde
al ligamento de la nuca
del perro.
Este cordón amarillento es la
representación de dicho ligamento
en esta especie.
Principalmente está compuesta
por la porción
funicular. Y a diferencia
del caballo
o del vacuno, esta porción
funicular no alcanza la
protuberancia occipital externa,
sino que queda fijada a la apófisis
espinosa del axis. La porción
laminar del ligamento
de la nuca o no existe
o es muy rudimentaria
en esta especie.
Pues bien, en relación con
este cordón de la nuca,
podemos identificar los músculos
dorsales del cuello más profundos.
En primer lugar,
destacamos el músculo espinal
del cuello. Músculo
que se sitúa ventralmente o en
profundidad a este cordón
de la nuca.
Lateralmente a este músculo
espinal del cuello,
nos encontramos con los músculos multífidos del
cuello o músculos transverso-espinosos.
Diversos fascículos que van uniendo
entre sí las apófisis transversa y espinosa
de las vértebras cervicales
desde la segunda a la séptima.
Se continúan estos músculos
transvero-espinosos
con los músculos que algunos
libros consideran
como músculos multífidos de la cabeza. Se trata
del músculo oblicuo caudal,
que va recubriendo toda la
articulación atlantoaxial,
el músculo oblicuo craneal,
que recubre parte de la articulación
atlantooccipital,
el músculo recto dorsal
mayor de la cabeza,
y el músculo recto dorsal
menor de la cabeza.
Los dos músculos rectos y los dos músculos
oblicuos,
constituyen para algunos autores el
grupo de músculos multífidos de la cabeza.
A continuación, vamos a describir
los músculos que se sitúan
de una manera más lateral
y ventral en el cuello.
Por una parte, ya referimos
la porción cleidocervical
del músculo cleidocefálico. Cuando levantamos
esta porción cleidocervical apreciamos el
trayecto íntegro de este músculo,
que también formaba parte del
triángulo lateral del cuello
y que es el músculo omotransverso.
Cómo podemos apreciar, este músculo
se origina en el ala del atlas
y termina insertándose hacia el tercio
distal de la espina de la escápula
y en la fascia omobraquial.
Además del músculo omotransverso, volvemos
a referir el segundo
fascículo muscular del
músculo cleidocefálico,
es decir, el músculo cleidomastoideo
que como su nombre indica,
alcanza también la apófisis
mastoidea de la porción petrosa
del temporal. Completa
este plano lateral del cuello o
ventrolateral del cuello,
el músculo esternocefálico.
Este músculo
esterocefálico
se caracteriza porque
sobre su superficie
discurre la vena yugular
externa. Vena
que como en todos los mamíferos, se
constituye por una gran vena
maxilar y por la gran
vena linguofacial
como ya estudiamos en el caballo.
El músculo esternocefálico
se puede dividir en el perro
en dos grandes componentes.
Un fascículo más fino y superficial
conocido como porción occipital
o músculo externo
occipital y un fascículo
más profundo,
que también alcanzará la apófisis mastoidea y que es referido
como músculo
esternomastoideo
o porción mastoidea del músculo esternooccipital.
El plano más ventral de los
músculos que discurren
por el cuello, corresponden a estos
músculos que se disponen
sobre la superficie ventral
de la tráquea. Nos estamos refiriendo
al músculo esternohioideo
que desde el mango del esternón
alcanzará el basihioide
y el músculo esternotiroideo
que desde el mango del esternón
alcanzará la lámina del cartílago tiroideo.
Ambos músculos tienen un origen
común en el mango del esternón
y muchas veces son referidos con el
nombre de complejo muscular
esternotiroideo. Para completar
estos músculos del cuello,
conviene referir algunos de los
músculos que van delimitando
el espacio visceral del cuello.
Si retiramos el músculo esternocefálico
y la porción mastoidea o músculo
cleidomastoideo del cleidocefálico,
apreciamos el trayecto por
este lado derecho
en la zona media de la tráquea
y comprobamos que dorsalmente
esa tráquea queda delimitada
por un músculo que también va
a alcanzar los tubérculos
ventrales de la base de la cabeza.
Se trata del músculo largo de la
cabeza. Este músculo largo
de la cabeza va delimitando el espacio
visceral del cuello
y sobre ese espacio visceral, además
de identificar la tráquea
y los lóbulos de la glándula
tiroides,
podemos apreciar el trayecto de
la arteria carótida común
y el trayecto de el tronco vagosimpático.
Ambas estructuras unidas
en la vaina carotidia y que referiremos
en otra preparación. Podemos
aprovechar esta disección
para recordar algunos de los
músculos de la cabeza que estudiamos
en el perro. Así, justamente
ve entrar al pabellón
auricular, destaca el músculo
parotidoauricular.
En este caso, una cinta muscular
bastante estrecha que va cubriendo
a la glándula parótida,
pero también cubriendo, en parte,
a la glándula salivar
mandibular que en el perro
ocupa una posición superficial.
En relación con el trayecto
de la vena linguofacial,
podemos destacar la presencia de los
nódulos linfáticos mandibulares.
A diferencia del caballo,
estos nódulos no se sitúan
en pleno espacio intermandibular,
sino que quedan desplazados
más lateralmente
en relación con esta vena
linguofacial.
En la preparación se
aprecia muy bien
el trayecto de los dos músculos milohioideos.
Los músculos depresores
de la mandíbula, unidos
en ese rafe fibroso
medio procedente de
la línea milohioidea
idea de la cara lingual del
cuerpo de la mandíbula.
Y también vemos la fijación de el
vientre rostral del digástrico. En este caso,
el músculo digástrico no presenta
tendón intermedio,
sino más bien un rafe fibroso
o una intersección tendinosa de unión
de los dos componentes, rostral y caudal.
Respecto a los músculos de la cara,
conviene que destquemos
el enorme desarrollo que presenta
el músculo cigomático. Este músculo cigomático,
que como es el caballo termina
en la rima de la boca,
tiene un origen más caudal en el
cartílago escutiforme de la oreja.
Y, por lo tanto, contribuye
a una retracción completa
de dicho ángulo.
Asimismo, podemos destacar
el músculo buccinador,
constituyendo, como estamos viendo,
la base del vestíbulo bucal
o la base del carrillo.
A diferencia del caballo, en el perro
no se diferencia músculo depresor
del labio inferior.
Más dorsalmente, lo que
apreciamos es el músculo elevado,
nasolabial que va cubriendo al
elevador del labio superior
y al canino. Y en este mismo plano,
además de los músculos auriculares
que van cubriendo el
músculo temporal,
destacamos el enorme desarrollo que
presenta el músculo masetero
con el trayecto de los ramos
bucales del nervio facial
y, a diferencia del caballo, el
trayecto en su parte media
del conducto parotidio. Conducto
de la glándula salival
parótida, que también terminará
desembocando en el vestíbulo bucal.